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1 24 EDUARDO MALVIDO 5 ) Recojamos, por último, otra queja contra las pruebas clásicas formu­ lada por Unamuno desde su emplazamiento científico: en las pruebas de la existencia de Dios se pasa, contra todo criterio racional, «del orden ideal al real». Este paso se da en la prueba del modo de ser del universo y en la prueba del orden. En la primera se llega al «Ser infinito, absoluto y eterno» sin que tenga­ mos conocimiento de su esencia. En lenguaje kantiano, y otro tanto podemos decir aquí del lenguaje unamuniano, «conocer» implica situar al sujeto cog- noscente en conexión con la experiencia sensible. Ahora bien, el «Ser in fi­ nito, absoluto y eterno» no es objeto que cae dentro de nuestra percepción. Por consiguiente, es algo que no conocemos. A falta de esa intuición sen­ sible, no podemos pasar a afirmar su existencia real. Lo más que podemos hacer es proclamar que Dios existe como idea en nosotros: «Las supuestas pruebas clásicas de la existencia de D ios... no prueban más que la existencia de esa idea de D io s»43. Por otro lado, no hay duda de que esa presencia ideal de Dios en nos­ otros nos honra sobremanera, pues no tenemos noticia de que los seres no humanos tengan tanta capacidad de invención como nosotros: «Sólo un dios — Dios en el hombre— es capaz de inventar a Dios» 44. En cuanto a la segunda prueba, la del orden del universo, también ella testimonia el paso abusivo de nuestra mente al reconocer como real un O r­ denador inteligente del mundo sin contar para ello con la intuición sensible adecuada del mismo... De todo lo que llevamos expuesto, hemos visto cómo Unamuno rechaza las pruebas tradicionales de la existencia de Dios, en primer lugar, porque esas pruebas — contra el testimonio de la experiencia humana— suponen el concepto de un Dios despersonalizado. Y en segundo lugar, porque dichas pruebas no satisfacen ciertas exigencias de la verdadera ciencia: inteligibili­ dad demostrativa, multiplicidad de hechos como base para las conclusiones, conocimiento acertado de tales hechos, carácter necesario y universal de las conclusiones, posibilidad de verificación sensible. Sin embargo, no hemos agotado la exposición del pensamiento de Una­ muno sobre el tema de la existencia de Dios. Nos quedan aún algunas pun- tualizaciones de suma importancia. Sobre todo ésta: E l rechazo de las prue­ bas clásicas por parte de Unamuno, ¿significa sin más negación de la exis­ tencia de Dios? 43. V II, 204. 44. Carta a W . Fite el 24 de febrero de 1927.

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