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96 MIGUEL NICOLAU, S.J. originaria que remotamente dio origen a los sacramentos; es también la causa eficiente de cada uno de ellos. Cristo es la causa principal moral de cada uno de los signos sacramentales que físicamente hace el ministro, como causa ins­ trumental subordinada a Cristo. El ministro actúa en nombre y en persona de Cristo. Según esta verdad de la teología sacramentaría hay que atribuir a Cristo la principal eficiencia del signo, la eficiencia del ministro es instrumen­ tal; y, por ello, parece más congruente el que sea también Cristo quien haya previamente determinado en qué tiene que consistir el signo, cuya efi­ ciencia debe atribuirse a El. 3) La tercera razón por la cual la Iglesia no puede inventar sacramentos es que estos confieren la gracia ex opere opéralo, por razón de la misma obra que se ha obrado4, prescindiendo de los méritos y dignidad del ministro; puesto que la eficacia del sacramento depende de Cristo que los hace. Ahora bien, ligar a un signo sensible la eficacia para producir efectos sobrenaturales, como es la gracia sacramental, supera las fuerzas humanas creadas, y es algo propio de Dios o de Aquél a quien Dios lo concediere, como a Jesucristo en cuanto hombre. La Iglesia en la invención o determinación de los ritos reli­ giosos puede con su oración, como Esposa querida de Jesucristo, no producir la gracia, pero sí impetrarla; como lo hace en los «sacramentales» (bendicio­ nes, exorcismos...) que actúan, no ex opere operato, sino ex opere operantis Ecclesiae. 4) Y aquí tenemos una cuarta razón por la cual la Iglesia no inventa sacramentos: sería confundir los sacramentos propiamente dichos, que son de la institución de Jesucristo, con los sacramentales que son de la institución y de la competencia de la Iglesia. De estos sí dice el Derecho canónico que la Iglesia es la que tiene el derecho de instituirlos, interpretarlos, cambiarlos y abolirlos (canon 1145). La Iglesia y la "substancia” de los sacramentos 5) De ahí, y como última razón por qué la Iglesia no puede inventar sa­ cramentos, la frase hecha en Teología y repetida por el Magisterio: que la Iglesia no tiene poder en la substancia de los sacramentos. Así entre las preguntas que en 29 de septiembre de 1351 se hacían por Clemente VI al Patriarca de los Armenios, hallamos la siguiente: «Si has creí­ do y todavía crees que el Romano Pontífice, en lo tocante a la administración de los sacramentos de la Iglesia, puede tolerar que se conserven diversos ritos de las Iglesias de Cristo, y también conceder que se guarden, salvando siem­ pre aquellas cosas que son de la integridad y de la necesidad de los sacramen­ tos» 5. 4. DS 1608 (851). 5. DS 1061 (570m).

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