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FUNCION DE LA IGLESIA. 103 También recientemente se ha insistido en el sacerdocio ministerial de la mujer, como algo que la Iglesia podría conceder, cambiando la doctrina del Derecho canónico de que sólo el varón bautizado es sujeto de la válida orde­ nación (canon 958). Sin embargo, la Iglesia ha resistido constantemente a estas insinuaciones, y San Epifanio incluye entre las herejías la idea de la mujer sacerdote en el cristianismo, impugnando los errores de los pepucianos y artotyritas relativos al sacerdocio de la mujer21. Como se ve, no es de hoy esta cuestión, que se ventiló ya en los tiempos de Tertuliano, y que tenía los antecedentes socio­ lógicos de las vestales en el imperio Romano, y de las sacerdotisas en otras religiones. Como escribe S. Giner Sempere, «pocas veces, en la evolución doctrinal de la Iglesia, aparece de forma tan clara la invariabilidad externa e interna de un principio. Podrán parecer ridículos los argumentos, tendrán fuerza exe- gética los textos citados o no; pero siempre aparece constante la afirmación tradicional: nunca la mujer recibió el carácter sacerdotal, porque su sexo la incapacita para ello » 22. Y no se ven indicios de que la Iglesia vaya a cambiar, a pesar de la intensa propaganda que se ha hecho últimamente, en particular durante el año 1975, el de la promoción de la mujer. También aquí la Iglesia no puede cambiar lo que piensa que ha sido establecido por Cristo (que a su misma Madre no hizo sacerdote) en el signo del orden sacramental. Es verdad que la Pontificia Comisión Bíblica, en reunión reciente después de Pascua de 1976, por unanimidad de 17 miembros presentes juzgó que el NT por sí mismo no parece suficiente para «determinar de forma clara y defi­ nitiva» que las mujeres no puedan ser ordenadas sacerdotes. También nos­ otros habíamos juzgado con anterioridad que los argumentos bíblicos que solían aducirse23, eran razones que podían someterse a discusión, máxime hoy día, dado el hecho conocido de la intervención de la mujer en la vida social y pública24. Parece asimismo que la citada Comisión Bíblica se pronunció también, por doce votos contra cinco, sobre una cuestión que parece es más teológica que exegética, a saber: en el caso de que la Iglesia abriera el sacerdocio a las mujeres, ¿contradiría las intenciones de Cristo? La mayoría pensó que no. Y aquí podría uno fácilmente preguntarse si la competencia científica en el campo bíblico, que es de suponer en los cultivadores de las Sagradas Es­ crituras, es la misma competencia en el campo teológico. 21 Adv. Haer. 2, t. I, 2-3: PG 41, 882; 3, t. 2, haer. 79, 2-4: PG 42, 743-746. 22. La mujer y la potestad de orden, en Revista Española de D erecho Canónico 9 (1954) 841; M. N icolau , M inistros de Cristo, Madrid 1971, n. 561 ss. 23. «La mujer calle en la Iglesia», cf. 1 Cor 14, 34 s.; 1 Tim 2, lis.; «La mujer estará sujeta al varón», cf. Gen 3, 16. 24. Cf. M inistros de Cristo. Sacerdocio y sacramento del orden, n. 561 ss.

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