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6 0 ALEJANDRO DE VILLALMONTE 3) la unidad moral-e spiritual, pero también física del género humano que esas afirmaciones implican; unidad esta sin la cual toda la enseñanza sobre el pecado original carece de sujeto a quien referirse; 4) la acción redentora de Cristo, que presupone la familia humana en situación de pecado para poder ejercer sobre ella su influencia de vida. Por lo demás, éstas son también las razones que los teólogos de la época aducen contra el poligenismo y en pro de la necesidad de seguir manteniendo el mo- nogenismo estricto 38. Respecto de la importancia de la generación en la doctrina del pecado original, ya hemos visto los comentarios de los teólogos sobre la fórmula tradicional «propagatione transfusum-generatione contractum». Ello indica que la ligazón física, biológica de todos con Adán es causa o al menos con­ dición indispensable para contraer el original. Todos los seres humanos, al ser engendrados y por ser engendrados en Adán, caen en pecado original39. La unidad del pecado originante — origine unum — implicaba la convic­ ción de que un único individuo, el primero de la especie humana, Adán — de cuya historicidad no podían caber dudas— pecó realmente, y por razón de la misteriosa solidaridad-unidad de todos en él, todos quedaron constituidos pecadores. Ahora bien, en cualquiera de las formas en que el poligenismo sea presentado y que la «Humani Generis» recuerda, no se puede garantizar esta unidad-unicidad de pecado originante. Si hubiera hombres históricos, no descendientes por generación física de Adán, no tendríamos base para in­ cluirlos en nuestra historia de Salvación, ni para la gracia ni para el pecado. Si se habla de una primera colectividad humana pecadora es una figura pu­ ramente posible, pero contradice los datos ciertos de la teología. El polifile- tismo hace del todo imposible un pecado originante en la historia humana. A menos que se recurra a decretos divinos, más bien arbitrarios, escasamente conciliables con el Dios lleno de planes salvadores sobre todos los hombres, según dice la Escritura. Los escolásticos decían que Adán pudo pecar y pecó con pecado origi­ nante que afectó a todos, no porque fuese el número uno, el primero de una serie, sino porque era el hombre primordial-originario, raíz-principio-cabeza de toda la humanidad. Querían explicar con esto — de algún modo— el mis­ terio de la unidad-solidaridad de los hombres en Adán, núcleo de toda la problemática que surge en torno a este dogma. Esta vieja idea la resume K. Rahner al hacer unos razonamientos — bastante sofisticados— sobre la 38. L . O a p p i , La solidaritá, 121 s 236 ss. C . C o l o m b o , Transformismo anlropologico, 33. A . Z u e r ic h , M onogenism o leologico, 237 ss. M . F l ic k , El pecado original, 58. 39. En la explicación tomista del pecado original la generación es verdadera «causa», instrumental-dispositiva, de la contracción; por eso los teólogos de esta dirección son más exigentes en defender el monogenismo. En la corriente de E scolo y otros, donde la generación es mera condición, cabía mayor flexibilidad frente al posible poliaenismo. Pero no vemos que los teólogos de esta época hayan aprovechado esta ventaja.

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