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58 A L E JA N D R O D E V IL L A L M O N T E Pasamos ahora a considerar los textos provenientes del Magisterio ordi­ nario. Estos tienen la ventaja de ser más explícitos y directos, pero tienen menor solemnidad y obligatoriedad en sus enseñanzas. El más antiguo y más claro de estos textos es el preparado por el concilio Vaticano I, que no llegó a promulgarse, pero que históricamente ofrece interés hasta nuestros días. En él se refleja la enseñanza común sobre el monogenismo y las razones en que éste se sigue apoyando hasta el día de hoy. Tiene interés ver cómo los teólogos de aquel tiempo juzgaban materia definible el que todo el gé­ nero humano procede por generación del primer protoparente Adán: es de­ cir, tenían por doctrina de fe el monogenismo y como herejía el polige- nismo32. El año 1909 la Comisión Bíblica proponía como verdades «que tocan los fundamentos de la religión cristiana», «la formación de la primera mujer del primer hombre; la unidad del linaje humano» 33. Por el «género litera­ rio» propio y por su contexto este documento no afirmaría más de lo que dice más tarde la «Humani Generis» y sin duda con menos solemnidad. Dejando aparte otros documentos menores llegamos de nuevo a la «Hu­ mani Generis», cuyo texto ya conocemos. El ha servido de guía a toda la discusión sobre el monogenismo-poligenismo en los años cincuenta y en la década siguiente. No necesitamos ya ulteriores explicaciones. El baremo para medir el grado de certeza con que ha de aceptarse una ense­ ñanza del Magisterio lo constituye, por esta época, las calificaciones doctrinales de la doctrina en cuestión. Como resultado del anterior análisis el grado de certeza del monogenismo (la consiguiente repulsa del poligenismo) obtiene estos niveles: a) doctrina próxima a la fe implícitamente definida34; b) en el nivel mínimo: R ahner hacen sobre el «propagatione transfusum» hay que completarla con los amplios estudios de R. G ibellini , de los que nos ocuparemos más adelante. 32. El esquema preparatorio de los teólogos, en su cap. XV habla «de communi totius humani generis ab uno Adam», con estas palabras: «Tam Veteris quam Novi Tes­ tamento revelationi innixi, profitemur et docemus totum humanum genus ab uno primo párente Adam ortum habere. Ipse enim Adam, cui cum uxore sua Heva matre cunctorum viventium benedicens Deus mandavit replere terram, a Spiritu Sancto in libro Sapientiae dicitur primus formatus a Deo pater orbis terrarum (Sab X, 1) et disserte Apostolus gentium praedicavit fecisse Deum ex uno omne genus hominum inhabitare super univer- sam faciem terrae (Act XVII, 26). Immo negata hac veritate, etiam alterum revelatum dogma peccati originalis ab uno primo genitore in omnes homines transfusi et redemptio- nis omnium per unum mediatorem Dei et hominum hominem Christum Iesum violatur, contra doctrinam ab eodem apostolo traditam: sicut per unius delicti in omnes homines in condemnationem, sic et per unius iustitiam in omnes homines in iustitificationem vi- tae (Rom V, 18). Unde sub anathemate damnamus errorem, quo haec unitas et communis origo totius humani generis negatur». Y el canon correspondiente: «si quis universum genus humanum ab uno protoparente Adam ortum esse negaverit, anthema sit». Collect. Lac. VII, 515. Ver coment. de R a h n e r , o. c., 271 s.; D e F r a in e , l. c., 119 s. 33. Texto en D S 3514. Ver coment. de R a h n e r , /. c., 263; y D e F r a in e , 121 s. 34. Con ligeros matices califican así I. J. Sagües, A barzuza, M. C u ervo, D e A ld a - m a , T. A yu so, B. P ia u lt, J. M. S áiz, M. L a b ou rd ette, en las obras ya citadas. A. Zue-

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