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5 6 A L E JA N D R O D E V IL L A L M O N T E del Tridentino a favor del monogenismo y en contra del poligenismo cientí­ fico. Además, otro principio hermenéutico que ya encontramos utilizado al tratar los textos escriturísticos: los Padres y teólogos de Trento eran — evi­ dentemente— monogenistas. Nunca pensaron, ni podían hacerlo, en que la humanidad hubiese tenido otro comienzo que no fuese el de Adán-Eva, según narra el Génesis. Pero este «monogenismo» espontáneo, popular, pre-reflexivo y pre-científico, ¿ha de mantenerse, como parte integrante, inseparable del dogma mismo que se quiere profesar en recto, explícitamente? La pregunta tiene la misma magnitud y una respuesta análoga a la que podíamos pedir a los textos bíblicos. Por lo que se refiere al concilio Tridentino, la cuestión de si el mono­ genismo está de alguna manera definido al definirse el dogma del pecado original, los teólogos de estos años la discuten en torno a la interpretación de la fórmula conciliar, "este pecado de Adán que es por su origen uno solo y, transmitido a todos por propagación, no por imitación, está como propio en cada uno” 2;>. La frase clave es la transmisión del pecado original por ge­ neración biológica. Siendo así, y tomada la afirmación en toda su seriedad, cualquier poligenismo resultaría inconciliable con la realidad del pecado ori­ ginal. Veamos las varias interpretaciones. I. ]. Sagúes interpreta así la fórmula: «Con ella se quiere excluir la tesis pelagiana de que los hombres contraían el pecado de Adán ex­ clusivamente porque imitaban su conducta pecadora. Trento, siguiendo a Cartago, determina taxativamente y por ello "define” que la contracción no ocurre por imitación. Es el aspecto negativo, al explicar el modo de la transmisión. Pero, indica también positivamente cómo se propaga aquel pe­ cado: "por propagación = generación” . Por tanto, aunque, en teoría, podría hacerse una distinción formal de ambos conceptos, en concreto se trata de un pecado original de tales características que a su naturaleza pertenece el ser un-pecado-transmitido-por-generación. Y así, el " transmitido-por-genera- ción” pertenece a la noción de pecado original que el Concilio tiene en la mente; y por ello la tesis monogenista está implícitamente definida» 26. De Fraine centra toda la cuestión también en el modo de entender el «pro- pagatione transmissum-generatione contractum» de los concilios Cartaginense y Tridentino. Pero, ¿hasta qué punto el Tridentino define que el pecado ori­ ginal se transmite por generación? Cierto, no en forma directa. Directamente se dice que todos vienen al mundo en pecado, culpables. Pero, ¿declara el concilio por el hecho mismo, que la culpabilidad como tal se transmite por ge­ 25. «Hoc Adae peccatum, quod origine unum est et propagatione, non imitatione transfusum ómnibus inest unicuiquc proprium»... DS 1513. Ver DS 15-21. 1523. Cf. Conc . Cartaginense, DS 376 y Arausicano, DS 372. La Humani Generis, DS 3897. 26. D e D eo creante, n. 541. Reducir lo definido a lo negativo, a la no-imitación, le parece una operación anatómica injustificada. Tal vez Sagúes tenga razón en esto; la solución habrá que buscarla por otros caminos que vayan más al fondo del problema.

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