PS_NyG_1977v024n001p0003_0063

E L P E C A D O O R IG IN A L . 51 a la cuestión del poligenismo. Hay exegetas que encuentran afirmado aquí el monogenismo teológico: «Aquí encontramos afirmado expresamente que al principio hubo una pareja única y, en consecuencia, la afirmación taxativa de un tronco primitivo común a toda la humanidad». Así lo corrobora el hecho de que Eva sea la 'madre de todos los vivientes’ ; al hablar de la en­ señanza dogmática del hecho y transmisión del pecado original. Son, cierto, hechos históricos, pero con transcendencia dogmática. «Y ese hecho y esa transcendencia no se salvan en la hipótesis poligenista»s. «Por consiguiente si por poligenismo se entiende la aparición independiente de distintos hom­ bres en diferentes latitudes, podemos decir que es una doctrina contraria formalmente a la sagrada Escritura». No obstante, el autor busca apoyarse en Rm 5, 12-21, en Trento, en la «Humanis Generis» y en otras ver­ dades dogmáticas, como la unidad del género humano y el dogma de la redención. J. De Fraine y otros no ven tan clara en este texto la exclusión del poli­ genismo y afirmación del monogenismo. De nuevo hay que fijarse, ante to­ do, en las verdades religiosas que se quieren inculcar: la dignidad de la mu­ jer, su relación con el hombre y su igualdad con él. Apenas concede valor al aspecto corporal de la relación de origen que une la mujer al hombre. Respecto a la cuestión de la unicidad de la pareja primera, tema del mono­ genismo «la narración de Gén 2, 18-24 sobrepasa, sin duda, el horizonte de una sola pareja, y como tal no puede facilitar una respuesta al número de los primeros hombres». Hay que fijarse, insiste, en el contenido religioso. Puede ser que el autor admita más o menos consciente la unicidad de la pareja humana inicial (en ese sentido habría «monogenismo»), pero no lo enseña. «La unicidad de una sola pareja primitiva, no parece constituya objeto de una afirmación directa y explícita» 9. Se encontraron en el mismo A.T. otros textos subsidiarios, que podrían aportar alguna luz a la cuestión. Eclo 17, 1-14, ofrece un comentario mi- dráshico al primer capítulo del Génesis. Interesado en cantar la dignidad del hombre y el destino que Dios le dio a la Alianza y observancia de la ley, sobre el origen del hombre repite las frases de Génesis. Por otra parte el «hombre» de que aquí se habla tiene sentido colectivo y de «especie» homo. Sin prejuicio de que el autor pudiera pensar en un Adán histórico. Nada, por tanto, aportaría al tema del poligenismo-monogenismo l0. En Sab 10, 1 se habla de Adán como «padre del mundo» (humanidad). El texto es una reiteración de Génesis y nada propio y nuevo aporta a la cuestión " . Por 8 . M. G a rcía C ord ero, Evolucionism o, 475-6. No se ve posibilidad de pecado co­ lectivo. Las palabras siguientes en 478-9. 9. D e F r a i n e , La Biblia, 72-3. 10. I d ., o . c „ 74-92. 11. Así interpreta Rahner, Consideraciones teológicas, 288. De Fraine no comenta este texto.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz