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50 A L E JA N D R O D E V IL L A L M O N T E mana salió de las manos de Dios en su doble manifestación de géneros; pero no se dice expresamente que haya sido una sola pareja, un tronco único del que procedería toda la especie humana... No parece que pueda concluirse del texto en cuestión en absoluto la unidad del género humano, como prove­ niente de un tronco único» 5. También J. De Fraine interpreta el texto en la misma dirección: «Adán» es ciertamente colectivo. ]. Chaîne traduce «cree­ mos a la humanidad, creemos la categoría 'hombre’». Se pone el acento so­ bre la especie 'homo’, obra de Dios como las demás especies animales. Gén 1, 26ss. no se mueve en perspectiva cronológica: el hombre es obra de Dios tanto ahora como entonces, es el «hombre eterno» al que Dios forma a su imagen y semejanza. Esta relación del hombre con Dios, su dignidad de imagen es la verdad religiosa que se quiere inculcar. «No se trata en él ex­ presamente ni se resuelve ningún otro aspecto del problema, ni la antigüe­ dad del hombre, ni su descendencia eventual del mundo animal... ni el nú­ mero de los primeros hombres. No parece, por tanto, se pueda sacar de este texto único una enseñanza positiva sobre la "quaestio mixta” del monoge- nismo, por la sencilla razón de que el autor no se propone explícita y direc­ tamente esta cuestión» 6. En Gén 2, 7 se habla de la formación del hombre «del polvo de la tie­ rra». Según interpreta J. De Fraine tampoco aquí el hagiógrafo se interesa por la causa material del organismo humano. No hay interés por la cuestión de la evolución ni por la unidad de la raza humana. La atención va toda ha­ cia verdades religiosas más importantes: dependencia total del hombre res­ pecto de Dios, ya que su debilidad de barro no le permite subsistir sin su Hacedor. El texto ni plantea ni resuelve la cuestión propuesta por el trans­ formismo sobre el origen del hombre. En forma similar habría que argüir respecto del tema monogenismo-poligenismo: «¿Contiene este versículo una enseñanza popular acerca de la descendencia de la raza humana a partir de una sola pareja? Nos parece que no. Desde luego, el autor está convencido de que no fue creada sino una sola pareja bien determinada, pero, ¿lo en­ seña explícitamente?». De Fraine cree que no consta. Y hace suyas unas pa­ labras del exegeta J. Chaine, «el Génesis sólo no permite dar una respuesta a la cuestión del monogenismo; esta respuesta proviene del Magisterio de la Iglesia»7. El relato sobre el origen de la mujer, Gén 2, 18-24 planteó problemas a la teoría evolucionista según hemos visto. Ahora los plantea en referencia 5. Evolucionismo, Poligenismo, 470. «El origen científico de los seres es una cues­ tión al margen totalmente de la Biblia», añade. 6 . D e F raine , La Biblia y el origen, 38. Cita un texto de ] . R eine, donde se dice que, en rigor, la primera narración de Génesis pudiera concordar con la hipótesis poli- genista. Ver 33-43. 7. D e F raine , o. c., 54. Ver 44-58. Recoge unas palabras de ]. G u itlon: « Y o digo que el monogenismo es totalmente ajeno al A. Testamento». Ibid. 54, nota 28.

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