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4 8 AL E JA N D R O D E V IL L A L M O N T E bien, la autoridad y solemnidad con que se rechaza el poligenismo es del todo claro que no llega a definición dogmática. El género literario del do­ cumento y todo el contexto doctrinal en que se produce excluye este supe­ rior grado de intervención magisterial. Defender, por tanto, el poligenismo no supone ninguna herejía ni desviación en la fe, en sentido estricto. Por otra parte, y en el margen inferior de certidumbres, no parece aceptable decir cjue el poligenismo es una opinión libremente discutible para el creyente ca­ tólico. No, es de alguna manera «obligatorio» rechazar el poligenismo y de­ fender el monogenismo antropológico. Veamos hasta dónde llega esta obli­ gación, según las diversas interpretaciones propuestas aquellos años. Muy comentada a este respecto fue la frase de la encíclica "no se ve en modo alguno cómo puede esta sentencia concillarse con lo que propone sobre el pecado original” 4. Varios teólogos vieron aquí una negación taxativa de la reconciliación entre fe cristiana y poligenismo: no se ve conciliación por­ que, objetivamente, no la hay ni, humanamente hablando, se ve perspectiva de una futura conciliación. No es que el Papa prohíba investigar sobre una futura conciliación, teóricamente posible; pero no hay perspectiva real ha­ cia el futuro. Otros comentaristas leían la frase en sentido más abierto y op­ timista. Ya que el Papa no prohíbe seguir investigando y no se trata, en el caso del monogenismo, de una enseñanza de fe (y por tanto irreformable) habría positiva esperanza de que en el futuro un mejor conocimiento del poligenismo científico, del dogma del pecado original y de sus relaciones mutuas — temas aún lejos de estar agotados— pudiera llevar a una satisfac­ toria conciliación, sin peligro de desfigurar la enseñanza tradicional en este punto. Unos años más tarde este auspicado progreso y conciliación se había realizado; si bien bajo condiciones muy duras para la creencia en el pecado original, que perdía parte de su contenido tradicional. C.— Poligenismo-monogenismo en la Escritura. El rechazo de la hipótesis poligenista por parte de la «Humani Generis» se funda expresamente en la no-armonización de tal hipótesis con el dogma del pecado original, «tal como lo entiende la Iglesia», y según se nos propone en las Fuentes. Con ello, el tema del poligenismo antropológico es referido a los datos de la Biblia sobre el origen del hombre. Por otra parte, es obvio que la reflexión teológica y más aún la exégesis no podían prescindir del estudio de esta cuestión Vea­ mos cómo se proponía y resolvía el problema por los años 1950. 4. «Cum nequaquam appareat quomodo huiusmodi sententia componi queat...», AA S 42 (1950) 576. DS 3897. Comentarios a esta frase de la encíclica en A . A . E steban R omero , Repercusiones de la encíclica H . G ., 109, 129 s. G. W eigel , Gleamings from Commcntaries, 543-47. J. M. S aiz , Poligenismo y pecado original, 173, aboga por carácter definitivo de las palabras pontificias. En el mismo sentido I. J. S agúes , D e D eo creante, n. 544. Piensan que la cuestión queda abierta, por ej., J. E charri , Evolución y poligenis­ mo, 139-41. J.-M. A lonso , La encíclica H . G ., 16. De F raine , R ahner y otros que veremos.

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