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E L P E C A D O O R IG IN A L . 45 podría resolverse nunca, por vía científica, a favor de la opinión monogenista, porque no es posible encontrar el organismo ciertamente humano que enlace directamente con el organismo todavía ciertamente no-humano. Es tarea de­ sesperada el buscar el eslabón auténtico, indudable, de la cadena que ligue antropoides con hombres. Por consiguiente, el científico nunca hablará de «monogenismo» si no es aceptando las conclusiones y bajo la responsabilidad de otra ciencia: la filosofía o la teología. Aunque la biología no lo vea, podría darse que el monogenismo estricto viniese exigido para explicar el origen del hombre, visto desde otra perspectiva propia de otros saberes humanos per­ fectamente legítimos. En resumen: 1) El poligenismo polifilético (o el hologenismo) está representado por un grupo de científicos; pero sería poco defendible desde el punto de vista científico, e imposible desde el punto de vista teológico. 2) El poligenismo monofilético, sería la solución que la ciencia puede aportar, por ahora, a la cuestión de la antropogénesis. Un grupo de teólogos no lo vería incompatible con el dogma del pecado original. 3) El monogenismo queda como la única solución para los teólogos. Si bien los científicos no podrían rechazarla como «imposible» 2. Poco antes de 1950 la teoría poligenista comenzaba a ser defendida por algunos investigadores católicos y mirada con simpatía por otros3. En este 2. Expresan bien la situación unas palabras de G. P ica rd : «le polygenisme apparait done sur le plan exclusif de la science experimentale, comme une hypothése plus proba­ b le», L e Science experim entale, 81. En pura ley evolutiva el hombre se originaría por evolución, insiste, citando a otros estudiosos. Pero la ciencia biológica, con todo, no puede excluir, a priori, el monogenismo; ambos procesos deben quedar abiertos, posi­ bles. Sin embargo, com o la evolución aparece dirigida por una intención inteligente, por una libertad (la filosofía no podría pensar de otra manera) el origen del hombre habrá sido poligenista o monogenista según la voluntad de D ios que es el punto donde Picard quería llegar, 88 . Por lo demás, es corriente afirmar que la solución monogenista al origen del hombre sólo puede darse desde la teología. La ciencia no podría resolver taxativamente la cuestión, B. P ia u lt, La créalion et le peché originel, 144-148. L. Leo- nardi, «faltan argumentos realmente probatorios en pro del poligenismo humano. Los hallazgos más reciente redundan seguramente en favor del monogenismo y, por consi­ guiente, éste encuentra acogida siempre mayor también en el ambiente científico», El evolucionism o y los últimos datos, 76. Ver 49-89. E. A g u irre , piensa que el polifiletismo está desacreditado, y que los más se inclinan por el monofiletismo, por la unidad de origen humano. El monogenismo vendría exigido por la teología com o más fácil para explicar G en. 1-3, R eflexiones sobre nuestro conocim iento de la evolución, 398-400. Ver 381-458. V . A n d erez, Hacia el origen del hombre, espec. 42-44, 338 ss. C. V o l l e r t , Evolution, 114 s. P. L eonardi, L'Evoluzione dei viventi, 134-143, 316 ss. V . M a rco zzi, tiene por escasamente viable el polifiletismo; pero no tendría dificultades científicas pro­ pugnar la unidad de estirpe (monofiletismo). La cuestión de una o varias parejas dentro de aquel grupo original, no cree que lo pueda resolver la ciencia, Los orígenes del hombre. P. O verh age, insiste en que la ciencia discute sobre m ono o polifiletismo sin haber llegado a un acuerdo: ¿Monogenism o-poligenism o? N o lo puede decidir la ciencia. La Biblia estaría por el monogenismo, Zum monogenistischen Ursprung der M enscheit, 410- 418. F. M . B ergou niou x, Origen y destino de la vida, 305 s. A . Z u lu e ta , N ociones de antropología, 224-232. 3. Teilhard de Chardin es partidario decidido. Otros lo ven como viable y compa-

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