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44 A L E JA N D R O D E V IL L A L M O N T E en la discusión, por estos años. No es siempre uniforme entre científicos y teó­ logos, por lo que pudiera desorientar algo a los lectores de unos y otros. Los teólogos, cuando hablan de «monogenismo» entienden constantemente que la hu­ manidad histórica toda proviene de una sola pareja humana, Adán y Eva, según dirían Génesis y la posterior tradición doctrinal de la Iglesia. Por «poligenismo» entienden la teoría que explica el origen de la humanidad histórica a partir de varias parejas humanas iniciales. Pero el proceso poligenético pudo ser doble: si las diversas parejas humanas estaban integradas en un único grupo, población o cepa (phylum) originario, se hablaba de poligenismo mono-filético. Pero, también era propuesta la hipótesis de que los grupos-poblaciones-cepas— familias humanas iniciales fueran varias, en varios lugares geográficos y en tiempos distintos. En este caso se hablaba de poligenismo poli-filético. Por su parte los científicos no podían pensar en el monogenismo estricto de los teólogos. Como únicas posibi­ lidades para explicar el origen evolutivo del hombre — la antropogénesis— , re­ currían a un grupo o población originaria y entonces hablaban de «monogenismo»; o bien recurrían a la hipótesis de varias poblaciones o cepas iniciales, y en el caso hablaban de «poligenismo». Seguimos aquí la terminología de los teólogos; por ser más matizada y porque, después de las previas aclaraciones, es la más apta para un estudio teológico. Mirado el proceso de hominización desde una perspectiva meramente cien­ tífica los investigadores se inclinaban, en su gran mayoría, por el origen poli- genético de la humanidad. Más aún, el monogenismo estricto, el propuesto por los teólogos (monogenismo de la única pareja inicial) sería del todo im­ pensable para la ciencia. La razón es que ésta no puede trabajar más que sobre la experiencia y sobre los restos de fósiles humanos conservados durante milenios. Ahora bien, cuando nosotros encontramos un par de esqueletos o cuatro, es evidente que tuvo que haber muchos más que perecieron. Por otra parte, las leyes generales de la evolución animal y antropológica — la lucha por la existencia, la selección natural, la herencia, la acomodación al ambien­ te-— no pueden cumplirse más que en el seno de una comunidad de individuos más o menos numerosa. Dentro siempre del poligenismo pueden discutirse otras hipótesis de menor importancia: muchos piensan que la humanidad his- tórica-actual, la proveniente del «homo sapiens», tiene un origen poligenista- monofilético, es decir, que todos provienen del mismo grupo humano «sa­ piens». Pero que antes del «homo sapiens» es posible-probable que hubiese tipos de hombres de raíz netamente polifilética, es decir, procedente de diversos «phylums» humanos. Estos al llegar el «homo sapiens» se habrían ido extinguiendo dejando sólo esos esqueletos del homo pre-sapiens que cono­ ce la paleontología. En referencia al monogenismo estricto la ciencia, de suyo no podría contar con él en caso ninguno, según opinión común. Sin embargo, una postura cien­ tífica más matizada debería decir: la ciencia no tiene motivos para admitir el monogenismo ; pero tampoco para negarlo como imposible. La cuestión no

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