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E L P E C A D O O R IG IN A L . 43 de toda la humanidad, sino que habría que admitir un primer grupo humano con pluralidad de parejas, e incluso pluralidad de grupos humanos de los que derivarían, por senderos todavía no bien conocidos, todos los hombres histó­ ricos en sus diversas variedades tipológicas. Estamos, pues, referidos al gran tema polémico de esta década-. Pecado original y poligenismo. ¿Es posible seguir manteniendo la creencia en el pe­ cado original ante el muy probable origen poligenista del género humano? Crecen en este momento todas las dificultades estudiadas en apartados ante­ riores y llegan a manifestar toda la seriedad y peligrosidad que encierran para la enseñanza tradicional sobre el pecado original. Vamos a exponer y a «his­ toriar» los problemas levantados y las soluciones aportadas durante estos años. A .— Situación del poligenismo antropológico en los años cincuenta. Admi­ tido el evolucionismo respecto a la especie humana se hizo pronto inevitable la cuestión del poligenismo como posible y tal vez mejor explicación cientí­ fica de la aparición de la humanidad sobre la tierra. Porque, las mismas leyes de la biología, de la anatomía comparada, la genética y morfología, los mismos datos de la ciencia natural y los mismos descubrimientos paleontológicos que habían llevado a afirmar la teoría evolucionista estaban ya empujando hacia la hipótesis poligenista. Es decir, que un evolucionismo antropológico rea­ lista, que sea tomado en serio y en el que se acepten todas las consecuencias nunca encontrará razones para seguir defendiendo el monogenismo tradicio­ nal: una pareja humana inicial única sería una base demasiado estrecha para sostener el edificio de toda la humanidad compuesta de tantos millones de seres en el decurso de milenios. Antes de aparecer en nuestra cultura occidental el evolucionismo científico, encontramos ya cierto tipo de poligenismo antropológico. Se recordaba por estos años el caso del teólogo calvinista, y luego católico, Isaac de La Peyrere. Fundado en la doble narración de la formación de Adán ( Gén 1, 26 s. y Gén. 2, 7), pro­ nía que el primero era padre de los hebreos y el segundo, hecho de barro, padre de los gentiles. I. de La Peyrere, sin embargo, no quería plantear problemas al dogma del pecado original. Por otra parte su postura estaba motivada exclusiva­ mente por razones teológicas, no científicas >. Las razones del poligenismo antropológico aducidas por la ciencia las hemos de ver en seguida. Pero, antes será bueno que nos fijemos en la terminología utilizada I. Sobre I. de la Peyrere ofrece noticias 13. Mariani, II poligenismo e san Paolo, 124-132. F. Amann, «preadamites», DTHC XII, 2793-2800. J. Carreyret, La Peyrere (Isaac de) DTHC VIII, 2615-6. B. Beraza, De Dco creante, nn. 873-96. B. Mariani, en Palestra del Clero 28 (1949) 904-8, propone un poligenismo no transformista: Dios habría creado directamente varias parejas iniciales de las cuales descendería todo el actual género humano. Una especie de poligenismo fijista, con taxativa repulsa del monogenismo. J. Bataini, califica esta teoría como un «poligenismo híbrido», inaceptable para los cien­ tíficos. Y, especialmente, para los teólogos, pues se opone a los textos de Trento y de la Biblia no menos que el poligenismo evolucionista, Monogenisme el Poligenisme, 363-69.

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