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30 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE esta seguridad: «En el presente libro se parte de dar a la Evolución como hecho de una vigencia absoluta. Hoy en día no existen ya teorizadores fijis- tas, dado que la Evolución es algo consubstancial no ya con la vida, sino incluso con la materia misma... Hoy, pues, la evolución como hecho dejó de ser una hipótesis, una teoría o incluso una simple doctrina. Es simple y rotundamente eso: un hecho. Otra cosa será tener una certeza acerca de los mecanismos íntimos de la Evo lución» ...4. Otros autores no poseen tanta certeza; se contentan con calificar al evolucionismo de hipótesis muy razo­ nable y científicamente fundada. E l Prof. P. Overhage estudiando expresa­ mente el tema de la certeza de la doctrina evolucionista no le asigna más que el rango de una hipótesis científicamente bien fundada: No obstante todas las «demostraciones» en el fondo el evolucionismo no pasa de ser una hipótesis 5. Y la razón es que la evolución no puede ser demostrada en forma directa, no la puede observar el investigador. Pero, hay un conjunto de ar­ gumentos indirectos, una serie de hechos aportados por las ciencias auxilia­ res de la biología que lógica y naturalmente sólo pueden aclararse aceptando la procedencia de los organismos más desarrollados de los menos desarrolla­ dos. «Esta hipótesis de la descendencia y sólo ella, en el actual estado de las ciencias, aclara todas las observaciones sin excepción» 6. alto grado de certeza exigible a una hipótesis científica», 340; aún contando con las discusiones sobre los factores que impulsan la evolución. 4. Prólg. a la obra La Evolución, XII. R. Alvarado, también da por seguro el hecho, aunque haya desacuerdo sobre los factores y proceso de la evolución, La teoría de la evolución a los cien años, 9-14. En el mismo sentido J. Kalin, E l problema del evolu­ cionismo en el campo de la antropología, 340. Ver 325-46. R. B. Goldschmidt, La evolu­ ción vista por un genético, 229-49: «La evolución del mundo animal y vegetal en nuestro planeta está considerada, por todos aquellos autorizados para juzgarla, como un hecho del que no se necesitan más pruebas; pero, a pesar de casi un siglo de trabajo y discu­ sión, no hay todavía unanimidad respecto a los detalles de los modos de evolución», 228. El autor no hace aplicación explícita al fenómeno humano. P. P. Grasse, se expresa en el mismo sentido sobre el hecho y sobre el proceso, Les incertitudes des doctrines évo- lutionistes, 275-94. A. A. O r t e g a concluye que, admitida la acción de Dios en mundo y la radical diferencia entre materia y espíritu, al filósofo y al teólogo no le plantea la evolución problemas serios. Puede dejar, sereno e indiferente, que el científico resuelva la cuestión según sus propias posibilidades, Situación actual y sentido del problema del evolucionismo, 34. Ver 1-35. 5. P. Overhage, Um die Gewissheit der Evolution, 190. Ver 188-206; Id., Evolution ais Hypothese, 200-210. Um die Abstammung des Menschen, 103-20. Id., El problema del origen del hombre, 191-293. Id., Evolution der Organismen, 278-91. Id., Die Frage nach den unmittelbaren Vorfahren der Jetztmenschheit, 186-201. Además de susobras mayores que citamos en la bibliografía general. 6 . L. Müller, Die Evolutionsgedanke heute, 344. Ver 344-50. Sin embargo, insiste, al final, en que no pasa de ser una hipótesis, aunque muy verosímil, 349. Leonardi piensa que los descubrimientos paleontológicos«nos incitan a admitir la posibilidad de la deri­ vación del cuerpo humano del de algún otro primate y, a mi ver, ofrecen buenosargu­ mentos a favor de dicha derivación. Pero, por otra parte, hay que reconocer que esto no está comprobado todavía científicamente», El evolucionismo y los últimos datos de la paleontología, 79. Ver 49-86. También la obra del mismo A., L ’Evoluzione dei viventi, con idéntica conclusión, 220. A. Zulueta, Nociones de Antropología, después de men-

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