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E L PECADO ORIGINAL. 2 9 Las opiniones sobre el evolucionismo antropológico oscilan entre la ne­ gación simple del mismo hasta la defensa de una certeza total. Los negadores son ya escasos y van perteneciendo al pasado. Los persuadidos plenamente del hecho de la evolución aplicada al hombre son la inmensa mayoría de los científicos, biólogos y naturalistas que investigan sin preocupaciones de diálogo con los creyentes. También entre los investigadores cristianos se encuentran varios destacados biólogos y paleontólogos como Teilhard de Chardin, Crusafont, Meléndez, Margalet, Aguirre. Con cierto matiz de me­ nor certeza aparece expuesta la teoría en otros autores como Overhage, Leo- nardi, Lavocat, Marcozzi. Entre los teólogos de profesión que estudian el problema fronterizo del evolucionismo antropológico, éste no suele obtener más que la categoría de una hipótesis sólida y seriamente probable. Citamos algunos textos que maticen un poco esta variada gama de opiniones. E. Aguirre afirma: «podemos concluir con certeza, al menos por conver­ gencia, que de hecho el hombre procede (siquiera como causa parcial) por evolución. Con certeza científica; específicamente certeza histórico-natural. Es decir, un origen natural del hombre se debe, al menos como causa in­ completa, a la evolución biológica»3. E l Prof. M. Crusafont participa de I, Scientific Considerations. II, Tbeological Considerations. Otras obras y autores apare­ cerán a lo largo de la exposición. 3. Reflexiones sobre nuestro conocimiento de la evolución, 390. Ver 381-458. Ver allí las matizaciones del autor sobre el tipo propio de certeza de esta teoría. El mismo autor: Aspectos filosóficos y teológicos de la evolución, 445-531, dice que la ciencia aun teniendo por cierta la evolución habla de ella como de un hecho demostrable sólo con «evidencia indirecta», es decir, mediante el raciocinio, mediante una deducción o al menos, una inducción, p. 448. E. Palafox, tiene la evolución biológica como un hecho establecido-, los esfuerzos hoy se dirigen a buscar el cómo y el porqué. Respecto del hombre es «sumamente probable, pero no definitivamente probado»: Sobre la situación actual del problema de la evolución, 203. Ver 185-207. Reflejando la opinión de los biólogos dice G. S. Cárter que, a cien años de Darwin, «la verdad de la existencia de la evolución ha sido tan definitivamente establecida que ya no se ha vuelto a discutir por la opinión general biológica, y no lo ha sido durante los últimos cincuenta años», Cien años de evolución, 220; si bien no todo está resuelto en este campo. Como cien­ tífico afirma G. Vanderbroek que, si bien hay tantos datos discutibles, las pruebas aumen­ tan por años y el número de los hechos irrecusables. «Al menos en el momento presente, la mayor parte de los hombres de ciencia no duda ya de que, desde el punto de vista somático, el hombre desciende de los primates superiores y que éstos, a su vez, son el resultado de una larga evolución, que va desde los peces a los mamíferos y pasa por los anfibios y los reptiles», E l origen del hombre y los recientes descubrimientos, 268. En otro estudio, después de dar los argumentos embriológicos y paleontológicos a favor de la evolución observa que «algunos piensan que la evolución es un hecho. Por motivos metodológicos no compartimos esta opinión. Un hecho debe poder demostrarse por observación directa o por experimentación. Tal demostración directa es imposible para la filiación de las especies. La evolución, pues, no es más que una hipótesis, pero una hipótesis muy verosímil, verificable con sus numerosas consecuencias, y que no puede ser rechazada si no es reemplazándola por otra menos plausible. No engañarse, un biólogo en consonancia con los actuales datos no tiene, prácticamente, otra opción que ser evolucionista, sino puede explicar los hechos de otra manera»: G. Vanderbroek-L. Ren- wart, L'Encyclique "Hum. Gen.’’. Y añade: «La hipótesis transformista tiene el más

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