PS_NyG_1977v024n001p0003_0063

E L PECADO OR IG INAL. 21 IV L a e n c í c l i c a « H u m a n i s G e n e r i s » , u n p u n t o d e p a r t i d a E l año 1950, al comienzo de la época que historiamos, aparece la encí­ clica «Humani Generis» que, contra los deseos de algunos y cumpliendo las aspiraciones de no pocos, abrió caminos nuevos, creó desconocidos estímu­ los para la investigación teológica, precisamente en el tema del pecado original que nos ocupa. La conmoción de la segunda guerra mundial (1939-1945) suscitó nuevas exi­ gencias espirituales, dio energía a muchos para superar viejos prejuicios y, ante la crisis de tantas ¡deas y prácticas tradicionales, creó la urgencia de buscar sendas en direcciones antes nunca sospechadas por la investigación teológica. Esta fer­ mentación de cuestiones, la insatisfacción por las soluciones tradicionales era muy perceptible ya, apenas terminada la contienda'. Un signo de esta inquietud espiritual y teológica y, al mismo tiempo, un impulso hacia adelante lo constituye la encíclica Divino Afilante Spiritu, del año 1943. El documento pontificio impulsó una liberalización amplia e irreversible de los estudios bíblicos entre los exegetas católicos. En ella se da paso a un concepto más amplio y flexible de la inspiración bíblica, de lo que significa la verdad de la Escritura y sobre la forma de conjugar la necesaria inmutabilidad y perennidad de contenido, con la relatividad y cadu­ cidad de las formas culturales de expresión, dentro de las cuales la verdad divina ha sido comunicada al hombre. Después de tantos años de cautelosas y prudentísi­ mas admoniciones recibidas desde arriba, los cultivadores de la teología bíblica podían ya comenzar a caminar por su propio pie, lograda y reconocida su mayoría de edad. Apenas será necesario decir que estos nuevos y más amplios senderos abiertos a la exégesis resultaron especialmente beneficiosos en uno de los textos bíblicos más conflictivos de la época moderna: los tres primeros capítulos del Génesis, tan directamente ligados al tema del pecado original que nos ocupa. E l contexto en que aparece la «Humani Generis» nos viene dado, en forma más próxima, por el fenómeno teológico que — en designación gené­ rica y demasiado dúctil— se llamó entonces la «Teología Nueva»2. Esta 1. Para ver la situación de la teología, en general, durante este período, pueden ayudar, H. Vorgrimler - R. van der Gucht, Bilanz der Theologie im 20. Jahrhundert, especialmente I, 1-363; II, 7-88; III, 36-119. R. Aubert, La théologie catholique au milieu du XXe. siécle. J. M . Congar, Situación y tareas de la teoría boy. Con mayor amplitud de temática y más hondura J. Macquarrie, El pensamiento religioso del si­ glo XX . Las fronteras de la filosofía y de la teología, 1900-1970. 2. Un informe amplio y valorativo sobre los comentarios a la encíclica lo ofrece A. A. Esteban Romero, Repercusiones que ha tenido la encíclica ''Humani Generis" y comentarios que ha suscitado, 1-160. G. Weigel, The hístorical Background of the Ency- clica Humani Generis, 208-30. Idem, Gleamings from Commentaries on "Humani Gene­ ris”, 520-49. G. Vanderbroek-L. Renwart, L ’Encyclique "Humani Generis” et les scíen- ces natureles, 337-51. Más bibliografía sobre la encíclica en Euntes Docete 4 (1951)

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz