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4 2 4 B E R N A R D IN O D E A R M E L L A D A miserias humanas, desdecir ío mejor de su historia: la respuesta secular al don de la continencia por el Reino, la libertad para el servicio, la disponibilidad apostólica, la paternidad espiritual sin cortapisas, en suma, la imitación de Cristo, hombre para los de­ más, entregado por todos. Termino con una proposición metodológica que alguna vez más he insinuado: Para Semanas así, tendría muchas ventajas un cam­ bio de impresiones entre los conferenciantes en reunión previa a la preparación de sus trabajos. Más todavía: la información y orga­ nización anticipada de los participantes potenciaría al máximo la eficacia de los grupos de trabajo. Un ideal difícil, tal vez utópico para nuestras condiciones de vida. Pero que quede aquí el apunte. II En otro contexto y con otra metodología celebró su IV Con­ greso la Sociedad Internacional Escotista los días 24 al 29 de sep­ tiembre de 1976 en Padua (Italia). El tema del congreso se había fijado previamente y comunicado en el boletín de la sociedad: «Reino del hombre y Reino de Dios», el destino del hombre tal como se presenta hoy, como un desafío de la cultura moderna, laica y humanista, a la cultura medieval cristiana. Sin pretensiones vanidosas el escotismo está en situación de prestar un buen servicio a la humanidad problematizada. Su diá­ logo tiene que entablarse en la hondura de los principios, cualquie­ ra que sea la apariencia de convergencias superficiales. El desarrollo de la actividad del congreso se mantuvo en la lí­ nea práctica de los anteriores: Por la mañana, sesiones plenarias seguidas de discusión; por la tarde, ponencias simultáneas en las diversas secciones. El número de conferencias programadas se aproximó al centenar. Así es como los congresos escotistas ponen en movimiento el interés científico de un gran número de investi­ gadores, los reúnen en unas convivencias fraternas y dejan el fruto perenne de sus actas como testimonio de un esfuerzo con el que han de conectar las generaciones venideras... Esto es ya suficiente para justificar tales reuniones. La característica de una participa­ ción activa tan numerosa, si dificulta la experiencia unitaria de un asistente pasivo y la complete?, de una crónica, tiene la ventaja inmensamente mayor de una viveza e interés que son ambiente apropiado para que crezcan y maduren los frutos duraderos. Mi crónica se referirá principalmente a los temas de las sesio

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