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426 B E R N A R D IN O D E A R M E L I.A D A la razón, pero consciente de sus deficiencias intrínsecas. La fe, des­ de dentro mismo de la razón, no desde fuera, pone al hombre en situación de captar el sentido divino de su existencia. Lo cual no es negar el valor de la razón — una alienación radical, diríamos hoy— sino afirmar la sublimidad del destino humano. G. Baget-Bozzo se ocupó del tema «El Dios de los científicos, de los filósofos y de los cristianos: relaciones con la teología negativa». Para Ph. Delhaye, en «La esperanza según Escoto», se descubre el matiz de «espera alertada» en la esneranza teologal, que viene de Dios y conduce a Dios invitando a un compromiso terrestre que no es sólo aceptación, sino crítica que puede llegar a condena. El concilio Vaticano II vendrá a confirmar que la verdadera humani­ zación del hombre no está en los cortes del ateísmo y de la secu­ larización, sino en la integración en Cristo. A. Popni se refirió a la «Clasicidad del pensamiento filosófico de J. Duns Escoto», considerándolo como el primer filósofo rieuroso de la orden franciscana, que acepta a Aristóteles con una confian­ za que supera a Sto. Tomás, y que en el problema de Dios demues­ tra una fuerza especulativa extraordinaria para encontrar el pri­ mer principio de todo partiendo de un saber que surge de la con­ frontación dialéctica de la realidad. A. de Villalmonte, en su ponencia «Búsqueda de Dios en el di­ namismo de la voluntad según Duns Escoto», dio actualidad a la visión escotista de la tensión del hombre hacia Dios Escoto en­ cuentra el punto clave que ilumina razonablemente la solución cris­ tiana del destino humano: La infinitud intensiva del primer princi­ pio, Dios, que es objeto de una tendencia humana que no se envi­ lece por su incapacidad de plenitud autónoma, sino que se engran­ dece por esa apertura a Dios como «objeto voluntario», e. d.. que precisamente por su grandeza resulta inalcanzable ( indisponible ) si no media la entrega de su liberalidad trascendente. La «mesa redonda» sobre la actualidad de Duns Escoto se apovó en las intervenciones programadas de O. Tndisco (El carácter teo­ lógico de la filosofía escotista), W. Dettloff (La doctrina escotista de la aceptación en la teología anterior a la Reforma), W. Pannen- berg (La relación entre la doctrina de D. Escoto sobre la acenta- ción y la doctrina reformadora sobre la justificación), E. Rivera de Ventosa (En torno a la libertad en orden a la plena realización del hombre en cuanto hombre) y L. Roberts (Relieve actual de la doc­ trina de Duns Escoto sobre la libertad humana). No es cuestión bizantina la labor del teólogo por alcanzar una idea correcta de la situación del hombre frente a Dios en el logro

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