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408 LOREN ZO F E R N A N D E Z LO P EZ designios, Próspero insistirá en la «praescientia», concepto que no compromete en absoluto. «Praescientia» es simplemente «saber de antemano»; mientras que predestinación es «decidir de antemano en favor del hombre o en su contra». De ahí que San Próspero prefiera lo primero. Evidentemente Dios «praescivit ante saecula quanta totius mundi hominum multitudo ...ingressura esset lati- tudinem erroris et mortis». Por eso «ita semper praecognitum ha- buit quantus piorum numerus per opem gratiae et per servitutem obedientiae ad aeternam beatitudinem pertineret» 53. Es simplemen te un saber de lo que ha de ocurrir, no ya un decidir lo que deberá suceder a cada hombre. De esta forma se conjugan la voluntad sal- vífica universal de Dios y el indiscutible libre albedrío de cada hombre. Además de cargar el acento en la praescientia, y distinguir en tre los que se salvarán y los que se condenarán, San Próspero echa mano de otra sutileza, con la cual está seguro de haber controlado y encontrado una fórmula incuestionable. El problema que preten de resolver es el de conjugar la voluntad salvífica universal, cuya eficacia salvadora debería traducirse en la salvación de todos de hecho, y la realidad, bien distinta del número de los condenados. De una parte es Dios quien salva siempre, de otra el hombre, libre, se condena. Una de dos, o no es eficaz la gracia de la llamada uni versal o Dios elige de una forma arbitraria a quienes quiere. Cualquiera de los dos extremos parecen inadmisibles por repug nar a la omnipotencia divina el primero, y a su bondad infinita el segundo. De ahí que trate de conjugar las dificultades, diciendo: «Ipse (se. Deus) est, ut apostolus ait, Salvator omnium hominum, máxime fidelium. Quae sententia subtilissimae brevitatis et validis- simi roboris si tranquillitate considerantur intuitu, totam hanc de qua agimus controversiam dirimit» 54. En el fondo está convencido de la tesis agustiniana, en el sen tido de que el libre albedrío — tesis semipelagiana— no soluciona el problema de hecho: unos se salvan y otros se condenan: «igitur profunditas illius quaestionis quam secundum admirationem apos- toli impenetrabilem confitemur per liberi arbitrii velle et nolle non solvitur»55. Sin embargo, su distinción entre «omnium» y «fidelium» tam poco soluciona gran cosa, pues podríamos volver al punto de par 53. PL 51, 715. 54. PL 51, 716; PL 51, 686 . 55. M. C appu yn s, Le premier réprésentant de l'augustinisme medieval , Prosper d'Aquitaine, en Recherches de théologie anciénne et médiévale 1 (1929) 331-333.
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