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LA V IA A N S E LM IA N A EN L A S OBRAS D E. 379 B u en a ven tu ra : « E l S e r d ivino es tal que no puede pensarse que no existe», supuesta siemp re aún la connotatio existentiae Dei. Nuestra demostración ha tomado de p ropósito el g iro por la demonstratio ad absurdum en el silog ismo segundo para e v ita r el peligro de que el lecto r no qu isie ra acep tar en seguida la fuerza conclu siva del te rce ro , esto es, del ú ltim o silog ismo . E n lo que atañe a la observación de Buenaven tu ra de que la p roposición «D ios es aquello , en comparación del cual nada m ayo r puede pensarse», corresponde a una concepción común de nuestro e sp íritu , que se ría entonces una communis animi conceptio (desde luego, una aserción que en esta fo rm u lac ió n , en cuanto sepa, no se encuentra en San Anselm o ) hay que no ta r que Boecio 25 puso esta exp resión la tin a po r el térm ino griego koiné énnoia de Eu c lid e s 76. E u c lid e s entiende po r este térm ino lo que nosotros llam am o s axio ­ ma, p. e j.: «S i dos magnitudes son iguales a una te rce ra, entonces son iguales entre sí». E n o tras p a lab ra s: Buenaven tu ra declara la p rim e ra p rem isa (a ) como un axiom a , o sea., la toma como una propositio per se nota. Noso tros m ismos hemos in te rp retado también su cita segunda (b ) en el sentido esco lástico de axiom a. L a conclusión de Buena ­ ven tu ra (c ) empero presupone aun — como hemos podido mos­ tra r— un m iemb ro de enlace, que es p recisamen te la p rem isa se­ gunda de nuestro silog ismo p rim e ro , el cu a l, sin embargo, se en­ cuen tra también en el Com en tario bonaven tu riano , aunque en otro luga r, y cuya verdad nos ha parecido patente. L a conclusión de Buenaven tu ra (c ) se m uestra verdadera po r razón de nuestros si­ logismos, si se aceptan las p rem isas bonaven tu rianas en el sentido de praepositiones per se notae, y nuestra p rem isa añadida en el sentido de un hecho dado en nuestra experiencia. Aho ra b ien , si uno re cu rre al co rpus quaestion is de Buenaven ­ tu ra v , se ve en seguida que el Docto r Será fico no ha querido decir solamente que D ios es un se r ta l que no pueda pensarse que no existe, y que consecuentemente existe siemp re, es d e cir: es eterno, sino intentó dem o strar general y fundamentalmente que D ios exis­ te en este su modo ún ico del ser. Con esta constatación la cita sa­ cada de Anselmo y aducida en p rim e r luga r por Buenaven tu ra asu ­ me otro sign ificado . Y entonces tenemos que su p rim ir siemp re en nuestros silog ismos el parén tesis «cuya existencia se presupone». Consecuentemente se nos abre toda esa p rob lem ática y d iscusión 25. B o e c io , Quomodo substantiae in eo quod sint, bene sint: PL 64, 1311. 26. E u c lid e s , Elementa (Stoicheia) ed. J. L. H eiberg, L ip siae 1888, 10. 27. L. c„ I, 154 A - 155 B .

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