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394 F R . ERHA RD -W . P L A T Z E C K , O .F.M . jor dicho, con la potencialidad individualmente operativa de cada ente individual de nuestro ambiente, aunque nuestros sentidos po­ sean ya ciertas disposiciones de generalizar y de abstraer. El con­ cepto «el ente» es igualmente un concepto universal del sumo gra­ do de abstracción. Y ¿cuál será la situación de tales reflexiones sobre «el ser», «el ente» entre poblaciones cuya lengua no tiene expresiones equivalentes a estos vocablos? ¿Puede ser «el ser» el concepto que entra primeramente en nuestro pensar? Solamente cuando conozco que todos los seres de mi mundo am­ biental son radicalmente condicionados, el camino del conocimien­ to para el descubrimiento de un ens abstractum se abre. Por esto ni aun bajo el aspecto metafísico se puede decir, que el Ser divino aparece como primero en el entendimiento. El intelecto humano, en cuanto es un acto espiritual, debe ser un acto consciente. La presencia metafísica en el intelecto debe ser una presencia que se hace consciente. Por lo dicho, lo metafísicamente real, en cuanto se hace consciente en el entendimiento, no puede ser destacado de la psicología. Onto-logía y lo metafísico-real no son idénticos. Vale empero siempre y en todas partes del mundo, y no sola­ mente en el entendimiento, el hecho de que cada ser accesible a nuestro mundo no existe sin el Ser auténtico y por antonomasia, y que éste es seguramente lo metafísico-primario. Con esta tesis general, que sólo se logra por una vía a p o s íe rio ri, no se gana mu­ cho para nuestro conocimiento metafísico. El fundamento de la teoría de la iluminación — (y en último análisis se trata aquí de ésta)— es místico, y no puede exigir un puesto indiscutible en el pensar filosófico, ni siquiera puede facilitarnos un seguro punto de partida. El reino de lo místico, en cuanto se extiende a los hom­ bres de todas las religiones, permanece en la esfera del inconscien­ te; se hace consciente sólo en almas elegidas por Dios. Así la teoría de la iluminación, típicamente agustiniano-bona- venturiana, queda subcorticalmente inconsciente en el citado tex­ to del Itin e ra rium mentís in Deum como su fondo secreto. Pero con esta constatación nos apartamos — como parece— de la inten­ ción propia de la Vía anselmiana, que quiere ser un camino racio­ nal hacia el conocimiento de la existencia de Dios, aunque el mis­ mo Anselmo en el contexto de su argumentación hace hincapié en la iluminación de parte de Dios m. 69. En el Congreso Internacional Anselmiano (13-16, IX , 1970) se habló en diver­ sas comunicaciones y discusiones de un fondo místico de la vía anselmiana. F. S. Schmitt, al cual debemos la edición crítica de las obras anselmianas, se opuso diciendo —y creo yo que con razón— que la vía anselmiana no tiene nada que ver

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