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LA V IA A N S E LM IA N A E N L A S OBRAS D E. 39 3 analogum , ni un esse univocum , ni un esse analogum. En esto Bue­ naventura tiene razón. El concepto esse analogum está en íntima correlación con el concepto esse aequivocum , porque cada analo­ gía se refiere, como la equivocación (secumdum quid), a objetos formalmente diversos, pero con la diferencia de que la analogía indica además expresamente una semejanza mayor o menor entre los objetos diversos la cual desde luego se da de hecho siempre entre objetos reales; de lo contrario el mundo real explotaría y no podría existir. Ni al concepto del esse analogum, ni al del esse aequ ivocum corresponde un esse analogum o esse aequ ivocum real. El ser real no es jamás equívoco, consecuentemente ni es análogo, sino representa el carácter individual del «est» (existe) de cada ente real. Nuestra concepción humana del ser, la cual recoge en una clase de clases de uno (es decir, de cada «est» individual), es equívoca, en cuanto recoge los diversos modos del ser; ella es aná­ loga en cuanto los relaciona fundamentalmente por una relación de dependencia, y consecuentemente — (pues vale el axioma «Cau- satum causae simile»)— por una relación de semejanza, y los re­ duce así a una reunión mental. La relación real consiste entonces en una dependencia real en la cual la semejanza esté implicada “ . El ser como tal no aparece en ninguna manera como objeto pri­ mario en el pensar humano. Lo que se nota primeramente, visto bajo el aspecto gnoseológico-psicológico, es algo diferente de nos­ otros. Y este algo diferente se hace consciente al inicio sólo por una subjetiva experiencia desagradable. Después de diversas expe­ riencias se distinguen algunas como agradables y otras siempre como desagradables. Es decir, en primer lugar se hacen conscien ­ tes las experiencias subjetivas desagradables, después las subjeti­ vas agradables. En otro paso de la formación del mundo de lo consciente se distinguen los motores de las diversas experiencias subjetivas y con este paso comienza Ja objetivación, el sentimiento consciente de lo otro, quizás al inicio en sentido de un otro per­ sona l v sólo más tarde también en sentido de una cosa, que podría­ mos llamar ens. Antes del concepto del no-ser se forma segura­ mente la conciencia del no-tener, que al inicio se hace consciente por el cambio de la presencia y ausencia de la persona más rela­ cionada con un recién nacido. La diferencia entre potencia y acto es sin duda alguna un producto psicológico tardío. Los conceptos ser, el se r son grados muy tardíos de abstracción. En realidad nos encontramos siempre con seres individualmente diferenciados, me­ 68 . V éase nota 66 en el a rtíc u lo cita d o p. 332.

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