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390 F R . ERH A RD -W . P L A T Z E C K , O .F.M . verbal. De todos modos, conformes con la tradición de los siglos no podemos negar que este nombre hebreo quiere acentuar la rea­ lidad radical de Dios que se revela a Moisés 62. En otras palabras: Dios revelador se llama el real por antonomasia en oposición a la nada de los dioses imaginados de las gentes. El Dios real es el ente, no lo ente ni mucho menos tó (neutro!) ser, en lo que R. Messner conforme con la iconografía bizantina insiste63. Esto quiere decir: Dios realmente existente es personal. Según mi parecer, no se puede sencillamente excluir la posibi­ lidad de que la sentencia de Parménides esté influenciada por el nombre y el concepto hebreo de Yahveh, pues esta opinión es de veras posible no sólo bajo el aspecto cronológico, sino también por el número no menospreciable de judíos dispersos por toda el Asia Menor después de la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor. La filosofía griega no nació en Grecia, sino entre los Ionios y los colonizadores de ellos, los cuales estaban en contacto directo con la cultura persa y seguramente con la de los judíos de la diáspora. Pero Parménides fue filósofo y su cuestión principal, como !a de todos los Ionios presocráticos, fue la de la fundamentación del mundo sensitivo. Al margen de esta cuestión, redujo todo a tó (neutro!) esse (y a tó ón, entendido como neutro) por antonomasia. Se concede que en Dios ens y tó esse de aquel E n s coinciden de tal manera que debemos hablar de una perfectísima identidad en­ tre essentia respecto a una quid idad , siempre incomprensible por nosotros, y essentia respecto al acto purísimo del ser. Sin embar­ go, puesto que Dios no se llamó ante Moisés el ser, ni tó esse, ni tó einai, hubiera sido mucho mejor que Buenaventura tanto en los textos anteriores, como en el Itin e ra rium , hubiera conservado para designar a Dios el término anselmlano ens, con lo cual hubiera podido quedar la proposición siguiente: «pues el purísimo ipsum esse se nos presenta en la huida radical delante del no ser, etc...», aunque la imagen de una huida por parte de Dios no sea precisa­ mente una frase demasiado feliz. La predicha nota crítica me ha parecido necesaria, pues bajo el influjo de la filosofía existencial muchos pensadores ya se han acostumbrado a aceptar tó ( ! ) esse como una realidad metafísica que abarca a Dios (¡s i existe!) y al mundo. Quizás, y en consciente oposición a la sentencia de Parménides en su texto literal (Tó einai 62. Véase H. Gross en Lexikon fiir Theotogie und Kirche, V, Freiburg 1960, 855 y ss.: Jahwe. 63. R e in h o ld -O s w a ld M h s s k e r , Die Kemstruktur des monotheistischen Gottesbe- griffes, en Franziskanische Studien 50 (1968) 47 y ss.

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