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LA V IA A N S E LM IA N A EN LA S OBRAS D E. 383 S i re string im o s el concepto pleno del se r solamente a D ios, y si los seres de nuestra experiencia sin excepción alguna postu lan un S e r, m e jo r un Ens, que sen c illa y plenamente es, entonces este p redicado «es» está inc lu ido natu ralm en te en el su je to . Mas no puedo a lcan za r mentalmente este su jeto como ob jeto sin que el mundo de m is experiencias me lleve a él. E l hecho de que esta observación necesaria se haya om itido en el argumento anselm iano , es, según m i parecer, el propio defecto de San Anselmo y de todos aquellos que han querido ve r en este argumento una pu ra y evi­ dente demostración ex terminis ipsis. San Buenaven tu ra va más le jo s aún . S i en el Co rpus de su con­ testación a la cuestión segunda de la d istinc ión octava reconoce en cada p roposición a firm a tivam en te verdadera una prueba en fa vo r de la existencia de D ios, entonces se queda con Agustín , y con la escuela entera de C h a rtre s , en un p laton ismo ingenuo en el cual no podemos seguir sin cie rto s reparos. D ice: Cada p roposición a fir­ m a tiva y verdadera es verdadera en v irtu d de la verdad sup rem a, que es D ios 37. S i se p ro fund iza lo d icho, Buenaven tu ra no está equ i­ vocado, pero no es posib le p asa r a través de este pensam iento a una vá lid a argumentación en fa vo r de la existencia de D ios. II E l empleo de la V ía anselm iana en las Quaestiones de mysterio Trinitatis de Buenaven tu ra (e s c rito s entre 1253 y 1257). De m anera más breve vamos aho ra a conside ra r el empleo de la V ía anselm iana en la p rim e ra cuestión De Mysterio Trinitatis, en la cual Buenaven tu ra pregunta «U trum Deum esse sit verum indub itab ile» 38. Buena ven tu ra ind ica aquí un cam ino trip le hacia el conocim ien­ to de la existencia indub itab le de D ios. P rim e ram en te , dice que el conocim iento de la existencia de D ios va impreso en todos los es­ p íritu s capaces de pensar; en segundo lugar a firm a que cada ser creado , en v irtu d de sus diez cond iciones de se r, que son in te lig i­ bles por s í m ism a s (y de las cuales hemos hablado ya en el punto logia de dependencia», a aquella en la cual lo «analogatum » prim ero [aqu í: lo rela­ tivam ente bueno] en cuanto tal depende del «analogatum » segundo [aqu í: de lo «summ um bonum »]. Sé que con esta form u lación de analogía me he ap artad o del texto an selm iano, pero estoy convencido de que esta interpretación no se ap arta realm ente de la vía an selm iana y que se esconde en ella. 37. L. c., I, 155 A. 38. Opra Ómnia V , 1891, 45 y ss. Cf. nota 35.

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