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P R E S U P U E S T O S D E LA T E O L O G IA D E LA H IS T O R IA . 351 debe confundirse con el quando predicamental, que es una deno minación extrínseca a las cosas, que surge por su contacto de si multaneidad con el tiempo n. En base a los anteriores presupuestos, podemos proseguir nues tro análisis. Si algo destaca en la teología de Buenaventura, es la profunda unidad de su concepción del universo. Esta unidad, fru to de su radical teocentrismo, se manifiesta ya en el momento de exponer cuál es el objeto de la Teología: «La Teología — dice— , que trata principalmente del primer Principio, es decir, de Dios trino y uno, trata en su totalidad de siete cosas, a saber: primero, de la Trinidad de Dios; segundo, de la creación del mundo; ter cero, de la corrupción del pecado; cuarto, de la Encarnación del Verbo; quinto, de la gracia del Espíritu Santo; sexto, de la medi cina sacramental; y séptimo, del término por el juicio final»24. El núcleo de su estudio es Dios y, derivadamente, la acción de Dios, es decir, la creación y sus consecuencias, hasta el fin del mundo, o sea, el juicio final. Todo lo que su estudio abarca queda enfo cado desde el punto de vista de su relación con Dios. Pues bien; la historia es precisamente el desarrollo en el tiempo de lo que ha producido la acción de Dios: el mundo y el hombre; es un drama que arranca del momento de la creación y se consuma en el juicio final. Antes de la creación sólo existe Dios, que es ahistórico. Dios no existe en el tiempo, es eterno; y la eternidad no tiene duración ni, por lo tanto, tampoco historia: es «tota simul et perfecta pos- sesio» según la definición boeciniana25. El proceso histórico, el «de- cursus temporum», arranca de Dios por el acto de la creación y termina en Dios por el juicio final. Son muy frecuentes las refe rencias de San Buenaventura a este proceso: «Tiene asimismo esta Escritura Sagrada longitud, la cual consiste en la descripción tan to de los tiempos como de las edades desde el principio del mundo hasta el día del juicio... Así es larguísima la Escritura, pues co mienza a tratar del exordio del mundo y del tiempo al principio 23. A sí Sto. T om ás: «quando sign ificai in tem pore esse» (In V Phys., lect. 3, n. 662 (3): ed. M aggiòlo, 328 b). 24. Brev., p. 1, c. 1: Q. V , 210 a. So b re el pecu liar modo de «hacer» teología, propio de S . B u en aven tura, cf. M. D. C henu, La Théologie comme science au XI I I e siècle, S.' éd., P aris 1957, 53-57. 25. P ara conocer la doctrin a de S. B uen aven tura sobre la eternidad, cf. p rin ci palm ente: De Myst. Trint., q. 5, a. 1 R s: Q. V , 90a-b; I Sent., d. 9, a. un., q. 3, R s: O. I, 185 b; III Sent., d. 8 , a. 2, q. 1 ad 6 : O. I I I , 193 a; Com. in Eccles., c. 1, p. 1, a. 1, passim: Q. V I, 11 b ss. P ara la interpretación de tales textos, cf. V . Ch. B ig i, Aeternitas, en Lexique Saint Bonaventure, 14 b -15 a ; del m ism o au to r La dottrina della temporalità e del tempo in San Bonaventura, en Antonianum 39 (1964) 436-488; 40 (1965) 96-151.
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