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368 JO S E IG N A C IO SARANYANA ex hoc, quod materia tendit ad fo rm a n 88, caso en el que también la materia se diversifica, y además se hace rea l: «Materia prima potest consideran informis; existere, autem, non potest omni for ma spoliata» 89. Pero, ¿qué es esto, sino volver a la interpretación de San Agustín, para quien el alma es el sujeto del tiempo? Y de aquí, a resolver toda determinación ontològica del ser del ente en pura subjetividad, hay sólo un paso90. Por tanto, una situación paradójica, que se complica más toda vía por la crítica que aventura Santo Tomás, buen conocedor de la posición bonaventuriana. El razonamiento del Aquinatense es doble: a) En su «Comentario a las Sentencias» afronta directamente la argumentación del Maestro franciscano91: el tiempo no puede ser uno con la unidad de la materia, porque no mide la variación en la potencia sino en el acto, y el acto de la variación no es uno, sino múltiple; ello, aparte que también es falso que la materia sea una en todos los móviles. b) En la Summa Theologiae alude sólo indirectamente a la opi nión del Seráfico92: si se considerara que el tiempo es uno con la unidad de la materia prima, primer sujeto del movimiento, me dido por el tiempo; entonces no podría ser uno s im p lic ite r, sino uno secumdum qu id (porque recibiría la unidad del sujeto y no la tendría por sí mismo). Pero el tiempo tiene que ser uno s im p lic i ter, porque el patrón de medida se mide a sí mismo, y por tanto es indiviso per se (y en consecuencia unum s im p lic ite r). 88 . Cf. II Sent., d. 2, p. 1, a. 1, q. 2, R s: Q. II, 59 a-b y II Sen!., d. 2, p. 1, a. 1, q. 1, R s: Q. II, 56 b. 89. II Sent., d. 12, a. 1, q. 1, R s: Q. I I, 294 a. 90. «In te, anim e m eus, tem pora m etior» (S. A g u s t ín Confesiones X I, 27, 36: PL 32, 823. C f. también Confesiones X I, 23 , 30: P L 32, 821; X I, 26, 33: P L 32, 822; X I, 28, 37: PL 32, 824; X I, 27, 36: P L 32, 824. C f. C. B o y e r, Eternité et création dans les derniers livres des Confesions, en Giornale di Metafisica 9 (1954) 441-448). La Segun da E sco lástica com prendió todo el alcan ce de aquel com prom etido in terro gante de S. A gustín: «Quid est ergo tem pus? Si nemo ex m e qu aerat, scio; si quaerenti exp licare velim , nescio...» ( Confesiones X I, 14, 17: P L 32, 816). P o r ello, quizá, dice Ju a n de Santo T om ás: «Dico tem pus esse reale secundum entitatem suam eo m odo, quo m otus cuius du ratio in trin seca est; requ irit tam en aliquam fo rm alitatem ratio n is in ord in e ad m en suran dum ... H aec est con tra aliquos ex an- tiquis, qui dixerunt tem pus esse ens rationis absolute. quos refu tat D ivus T hom as... N os tam en dicim us, tem pus ñeque en titative esse aliquid ratio n is, ñeque form ali- ter con sistere in relatione m en surae... In se tem pus non est aliquid ratio n is, sicut ñeque partes ipsae secundum p riu s et posterius» ( Phil. Nat., p. 1, q. 18, a. 1, 2.“ d: ed. R eiser, 373 a-b). 91. II Sent.. d. 2, q. 1, a. 2, R s: Parm . V I, 404 b. 92. S. Th. I, q. 10 a. 6 c, que se in terp reta a la luz de I Sent., d. 24, q. 1, a. 1 R s: Parm . V I, 200 a-b. E l com entario de C ayetano puede leerse en la ed. Leonina, IV , 105 a-b.
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