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P R E S U P U E S T O S DE LA T E O LO G IA D E I.A H IS T O R IA . 361 es el medio del teólogo, que trata de la salvación del alma, es de­ cir, cómo se incoa la fe, se promueven las virtudes y se consuman los dones. Así, pues, el Verbo es la llave de la contemplación por triple conocimiento: en cuanto increado, porque todo lo produce; en cuanto encarnado, porque todo lo repara; y en cuanto inspirado, porque en El se nos revelan todas las cosas63: «Porque, si alguno no puede considerar acerca de las cosas cómo son originadas, có­ mo son reducidas al fin y cómo en ellas resplandece Dios, no pue­ de tener inteligencia de e llas»64. Parte del desvelamiento de los misterios, y la consiguiente iluminación de la inteligencia, nos fue­ ron entregados por Cristo mientras vivía en Palestina, cuyo «testi­ monio fue superior al testimonio de San Juan Bautista, porque no habló por sugerencia de otro, pues su alma vio todas las cosas; y así el que es del cielo puede en verdad revelar las cosas celes­ tiales»65. Es decir, que la presencia temporal de Cristo entre nos­ otros es propiamente hablando medio de la septiforme sabiduría a la que antes aludíamos. Y en este sentido decimos que Cristo es medio de la historia humana. Por ello — concluimos— , incluso su venida ha sido en el medio de los tiempos: «Pues así como no convino que viniera Cristo en el comienzo del tiem­ po, porque su venida hubiera sido demasiado temprana, así tampoco convino diferirla hasta el último fin, porque entonces sería demasiado tardía, pues convenía que el Salvador introdujera entre el tiempo de la postración y el tiempo del juicio, el tiempo del remedio. Convenía que el mediador precediera a algunos de sus miembros y siguiera a otros»66. De ahí, pues, que Buenaventura sitúe a Cristo en el medio de todas las variantes de su esquema AT-NT, en un contetxo estric­ tamente histórico 67. «Así que toda laEscrituraauténtica y sus pre­ 63. C f. In Hexaem., I I I , 2: Q. V , 343 a. 64. In Hexaem., I I I , 2: Q. V , 343 a. 65. In Hexaem., IX , 4: Q. V , 373 a; D: Principium, col. I I I , 35-36. 66 . «Sicut autem C hristus non debuit venire in principio tem poris, quia adven- tus eius nim is fu isset festin us; sic nec debuit d iffere usque in finem ultim um , quia tune nim ium esse tard u s. Decebat enim salvato rem inter tem pus m orbi et tem pus iudicii in m edio introducere tem pus rem edii. D ecebat m ediatorem quaedam suo- rum m em brorum praecedere, quaedam sequi»; Brev., p. 4, c. 4: Q. V , 245 a. 67. E n un con texto m ás am plio, el del exitus-reditus, tam bién el V erbo E n c a r­ nado es m edio (cf. De reductione artium ad theologiam, n. 23: Q. V , 325 a; B . Apr r r ib a y , Cristología mística de S. B., en Obras de S. B., M adrid 1946, t. II, 16-21).

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