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LA «RESPECTIV1DAD» ENTRE EL HOMBRE. 279 da en el mundo com o respectividad de lo real qua real, ya que expresan no el carácter originario del mundo, sino el mundo com o horizonte del sistema de posibilidades humanas; expresan la apro­ piación del mundo en «b osqu e jo », pero no el mundo mismo. «Sólo porque el hombre — escribe Zubiri— es una realidad, constituida qua realidad en respectividad a las demás, esto es, sólo porque el hombre es ya 'mundanal’ com o realidad, puede hacer suyo el mun­ do en el sentido existencial y vital, por 'b o squ e jo ’. Mundanidad no es sino respectividad de lo real en tanto que realidad no tiene nada que ver con el hombre. Finalmente, hagamos notar que si la respectividad no concerniera formalmente al carácter de realidad, lo que tendríamos es o bien la respectividad meramente biológica, el 'm ed io ’ de los seres vivos, o bien el mero 'en torn o’ cósm ico com o campo de ación y reacción. Pero ni medio ni entorno son formalmente mundo: mundo, repito, es la respectividad de lo real en su formalidad de realidad» 3é. Precisamente por ser el hombre «mundanal» com o realidad, es decir, por estar en respectividad con lo real qua real, es por lo que puede hacer suyo el mundo por «bosqu ejo». En un cosmos - mundo, regido por una ley de respectividad uni­ versal, las habitudes radicales (m odo de enfrentarse con las cosas) de los viventes son las de nu trirse, sen tir e inteligir. En su virtud, las cosas quedan actualizadas según tres formalidades: a lim en to, estím u lo , realidad. Las cosas, pues, están insertas en un ámbito dinámico com o cosas-alimento para el vegetal, cosas - estímulo para el animal y cosas - realidad para el hombre. Estas entidades res­ pectivas que se forman al considerar las cosas ba jo el ángulo de una determinada formalidad tienen un carácter ambital en la me­ dida en que surgen al con ju ro de la fundación de un ámbito me­ dial entre la cosa y el viv ien te37. Mientras el animal con su pura estimulación se mueve en un ámbito medial, en un m ed io , donde las cosas están específicamente prefijadas por lo que no hace sino resolver su vida, el hombre con su inteligencia vive entre cosas reales: en un mundo en el que las cosas no quedan prefijadas, sino que basta con que sean reales y con ellas el hombre proyecta su vida. «La habitud del animal es estimulación. Por esto las cosas con las que tiene que habérselas el animal están específicamente prefijadas; y el con jun to de estas 37. X. Z ubiri El hombre, realidad personal, en Revista de Occidente 1963, 10-11.

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