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2 5 8 RICARDO MARIMON BATLLO 7cpó; ¡xsv -,'«p sv ásavxa auvxsxaxxai... e¡c xó xotvov... eí? xó oXov... (M e t. 1075 a 11-25). El comentario de Tomás de Aquino (In X / / M e t., lect. 12, núms. 2627-2637) demuestra evidentemente el origen de la doctrina filo sófica empleada luego para explicar las verdades teológicas sobre Dios — último fin de todas las creaturas en la Suma Teológica (I, 44, 4), y en su comentario a las Sentencias (2 d. 1, q. 2, a. 1 y 2). Notemos, sin embargo, que la exposición del Estagirita que hemos presentado es auténticamente suya, y se halla claramente contrapuesta a otras opiniones con la expresión «para los que di cen otra cosa» — toi; «XXiuc Xéyouot (M e t. 1075 a 26), denotando su expresa aceptación del doble fin de los entes mundanos, uno in trínseco, inherente, subjetivo — si queremos emplear este término en su sentido metafísico— , y otro extrínseco, absoluto, trascen dente. EL HOMBRE Y SU FIN El ser humano existente que es la substancia del hombre, tiene ya en sí una perfección inicial delimitada por su m o d o s u b s t a n c ia l , cuya explicitación se manifiesta en su e s p e c i e o esencia natural propia, y con form e a la cual procederá su actividad perfectiva, que será la que colmará sus aspiraciones entitativas haciéndole alcan zar su fin. El «m od o » natural humano es la modalidad subjetiva o supo sitiva potencial del hombre, tanto en su realidad espiritual com o corpórea, y le capacita para recibir en sí todas las formas acciden tales que le perfeccionan. Este «m od o » primario substancial es la raíz y causa de todos los demás «m odos» o «potencias» que le capacitan y dan la medida de actuación accidental perfectiva po sible para él. «El sujeto — afirma Tomás de Aquino— , en cuanto está en potencia, es susceptivo de la forma accidental; y en cuan to está en acto, es productivo de la misma» (S. Th., I, 77, 6). Los «m odos» accidentales del hombre, sus «potencias» de actua ción, son los que nos darán la «medida» de su bondad plena per fecta, según aquel principio, de que el ser substancial es ya «bien de algún m odo», mientras que el s :r accidental nos da lo que es «sencillamente bien», com o ya hemos visto al hablar de «el ser final». El fin, el bien perfecto entitativo humano, consistirá, pues, en el último «m odo», en el «m odo » accidental supremo, que colme toda la perfección humana posible, y al que estarán consiguiente mente ordenados todos los demás «m odos» o «potencias» humanas.
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