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EL AMOR A DIOS, FIN NATURAL DEL HOMBRE. 2 5 5 en acto puro e x isten te que es Dios. E igualmente, por esta deter­ minación esencial que contrae el ser a una esencia, ésta carecerá en sí misma de la actualidad de ser en acto puro, teniendo nece­ sariamente que ordenarse mediante sus operaciones tendenciales a recibir según su prop io modo la difusión de la actualidad suma. DIOS, ULTIMO FIN DE LOS ENTES LIMITADOS La filosofía tradicional, partiendo de Platón que afirmó que la multitud supone siempre la unidad ( Parm én ides 144 b-e) y de Aris­ tóteles para quien hay un principio y no una infinidad de causas en los entes ( M e t . 994 a 1, V. 994 b 9-16), y para quien el primer motor «mueve com o amado» (M e t. 1072 b 3), y confirmadas por las doctrinas teológicas de la creación y providencia divina (Cf. S. Th. I, 44 y 103), llegó a la conclusión de que Dios e s e l u l t im o F IN D E TO DO S LO S S E R E S L IM IT A D O S . El mundo entitativo limitado está compuesto por todos aque­ llos seres a quienes se ha extendido la participación en el ser en virtud de su delimitación esencial. También lo componen aquellos a quienes se ha difundido el ser incluso gracias a una nueva deli­ mitación intraesencial, en virtud de la cual se han multiplicado los individuos dentro de la misma especie. Y hasta se encuentran modos más limitados de existencia, que no tienen esencia por sí mismos, sino sólo por otros que se la prestan, según los distintos modos categoriales accidentales vistos ya por Aristóteles. Así, nues­ tro mundo entitativo está integrado por todos los entes compues­ tos que participan del ser puro de m odos distintos, hasta los más insignificantes. Todos estos seres proceden de Dios, que es el Ser en Acto puro sin limitación de ninguna potencia, según se deduce de la ya mencionada vía del movimiento. Consecuentemente, todos ellos sólo son seres por participar del ser en mayor o menor grado, por efecto de Aquél que esencialmente es ser. Por esta misma razón de procedencia de Dios com o de su primer principio, todos los seres guardarán necesariamente una relación de semejanza o ana­ logía formal respecto al primer Ser, en quien tienen que darse de m odo eminente y sin distinción alguna todas las perfecciones entitativas esparcidas por el mundo creado, ya que toda la per­ fección de un efecto tiene que encontrarse en su causa. Dios es así la primera causa ejemplar de todos los entes. Por esta procedencia de los entes mundanos de D ios - p rim er Principio - S e r en acto puro, se deduce también que todos ellos le tienen a El com o ú ltim o Fin - B ien su p r em o al que todos ellos

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