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EL AMOR A DIOS, FIN NATURAL DEL HOMBRE. 2 5 3 tural humano que es el amor a Dios, y el fin sobrenatural a que el hombre ha sido elevado, que, según la teología del Doctor An gélico, pertenece esencialmente al entendimiento. EL SER FINAL Tomás de Aquino analiza la diferencia entre «ser» y «bien» en la Suma Teológica I, 5, 1, 1 . «El bien y el ser, escribe, son en rea lidad lo mismo, aunque entrañan una noción distinta... Pues se r significa que algo es en a cto... en cuanto se distingue de lo que es sólo en potencia: se trata, pues, del ser substancial de cada c o sa. Por este ser substancial de las cosas decimos sencillamente que que son . En cambio, por las actuaciones que se les añaden deci mos que son de distintas maneras accidentales; así, por ejemplo, se r blanco significa un ser accidental, porque ser b lanco no da el simple ser, sino que supone ya algún ser existente anterior. B ien , en cambio, significa algo perfecto, apetecible; y por tanto entraña la noción de último; por esto lo que es últimamente perfecto se llama simplemente b ien ; y lo que no tiene aún la última perfec ción que debe tener, aunque tenga alguna perfección en cuanto que ya es algo en acto, no se llama simplemente bien, sino bien - en d e r la manera, Y así, por su primer ser substancial una cosa se dice simplemente ser y de alguna manera b ie n ...; y por su última actualidad se dice se r - en c ierto m od o , y se llama simplemente bien». Este análisis es preciso y se mueve en el marco más estricto de la metafísica aristotélica: s e r y b ien no significan exactamente lo mismo. Aunque los conceptos trascendentales que analiza, por ejemplo, en las Q. D. De V erita te (1, 1; 21, 1) no difieren por dife rencias extraesenciales ni por modalidades «especiales», tienen, sin embargo, una auténtica diferencia significativa basada, en nuestro caso, en la relación de razón que entraña el nombre de bien , per fectiva de otros entes en su mismo ser real: bien es el ser real mente perfectivo de los demás; y ello añade ya una noción de perfección. Cuando una cosa comienza a ser, si tiene un ser substancial, ya es, aunque no sea perfecta con toda la perfección de que es capaz de ser. Cuando esta cosa llega a su última perfección puede llamarse ser perfecto. P e r fe c tum significa lo que está to ta lm en te h echo, lo que tiene toda la actualidad entitativa de que es capaz. Y es precisamente esta perfección de actualidad a lo que tienden todas las cosas que son — bien lo definió Aristóteles lo qu e todas las co sa s ap etecen , ziyafróv, 0 6 závx’ etpíetat ( E th ic . 1094 a 3)— en el
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