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264 RICARDO MAR1MON BATLLO «amar es querer un bien a o tro »; y que el que sea un bien «de­ b id o » no se opone en m odo alguno a que pueda y deba ser tam­ bién «querido» (Cf. nuestra obra D e O ra tione, c. 7, II. V, Puerto Rico 1963). Por consiguiente, podemos llamar a la justicia la vir­ tud de nuestro amor humano a los demás e incluir en toda la gama de sus partes subjetivas y potenciales a todos los distintos actos del amor humano. Ni faltan en Tomás de Aquino expresiones que nos permiten identificar el amor natural a Dios con uno de los actos de la virtud de religión. Así, cuando habla de los actos «internos» de esta vir­ tud (S. Th. II-II, introduc. q. 82) trata de la «devoción » (q. 82) que es « a c t o d e l a m i s m a v o l u n t a d » , y de la «oración » (q. 83) «que per­ tenece a la parte intelectiva» (S . Th. II-II, 83, 3, 1). «La devoción — afirma Tomás de Aquino— , es la voluntad de entregarse con prontitud al servicio divino» — « cum d e v o tio sit actus volun ta tis h om in is o ffe r en tis se ip sum D e o ad ei s e r v ien d um » (S. Th. II-II, 82, 1; V. ad 1; art. 2, 1.°; art. 4). Lo cual evidentemente pertenece al amor, aunque el Doctor Angélico no lo diga expresamente, y has­ ta lo contraponga al amor de caridad teologal (Ib ., 82, 2, 1). To­ más de Aquino incluso llega a afirmar que el acto de «devoción ... por ser el acto de la voluntad que se ofrece para servir a D io s - ú ltim o fin, mueve e impone su m odo a los demás actos humanos, tanto a los de la misma voluntad acerca de los medios para el fin, com o a los de las demás potencias movidas por la voluntad» — «d e v o tio cum sit actus volun ta tis h om in is o ffe r en tis seip sum D e o ad serv iendum , qu i e s t u ltimu s fin is, c on s eq u en s est qu od d e v o tio im pona t m od um hum an is a c tibu s: siv e sint actus ipsius vo lun ta tis circa ea quae sun t ad fin em , sive etiam sin t actus alia- rum p o ten tia rum , quae a vo lún ta te m o v en tu r (S . Th. II-II, 82, 1, 1). Donde la identificación de la devoción con el amor a Dios se evidencia por ser el acto de la voluntad humana con respecto a D ios ú ltim o fin, y por ordenar consiguientemente a todos los demás actos humanos a este fin. A. Gardeil y O. Lottin hablaron muy bien de la «devoción » c o ­ mo amor: «Voluntad primera, esencial, que ama y quiere a Dios (fin ú ltimo) — v o lo n té p rem ière, essen tielle, qui a im e et veu t D ieu (fin u ltim e )» (L 'E du ca ticn par la v. de religión, en R evu e Th om is- te 24 (1919) 347); «el amor que se da, se entrega y se consagra» — « I am ou r qui se donn e, se d é v ou e et se c on sa cr e » (O. L o t t i n , A u x S ou r ce s d e n o tr e grandeur m ora le, p. I, c. 3, 70), «am or de entre­ ga» — «am ou r de d é v o um e n t» (Ib ., 73, etc.). No nos resistimos a traducir un párrafo de A. Gardeil que

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