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El amor a Dios, fin natural del hombre. Una conclusión de filosofía tomista PROBLEMATICA Que el amor a Dios sea el fin natural del hombre significa que en lo puramente natural del hombre hay un acto superior, el amor a Dios, al que se ordena la escala de la perfección natural humana. El amor a Dios es, pues, el acto cumbre del hombre com o hombre. Y no se trata del acto de la virtud de la caridad, de la que dice San Pablo «es la mayor de las tres» virtudes teologales (1 Cor. 13, 13) sino del acto de alguna virtud de orden puramente natural. Al hablar de un f i n n a t u r a l d e l h o m b r e queremos insistir en algo nuevo, pues la filosofía tradicional, siguiendo las huellas de Tomás de Aquino habló poco de este fin natural, que quedaba siem­ pre absorb ido por el concepto teológico del u l t im o f i n del hombre en el orden sobrenatural (cf. p. e., C a y e t a n o , In / - / / , 71, 6 , n. 9). Ha sido quizá J. M. Ramírez (D e h om in is bea titud ine, 5 vols., Ma­ drid 1972), el primero que ha hablado y distinguido rigurosamente entre el fin natural y sobrenatural del hombre. En realidad, no fal­ tan enseñanzas'suficientes en Tomás de Aquino ni en sus discí­ pulos, para deducir, según su doctrina, que existe también un fin natural para la naturaleza humana, con un acto prop io, que no puede quedar frustrado ni absorb ido por el fin sobrenatural, aun­ que pueda y deba ser integrado en el mismo. La filosofía tradicional tampoco ha hablado casi nunca de la religión natural, que ha sido casi exclusivamente una bandera de guerra del espíritu de la Ilustración contra la religión sobrena­ tural enseñada por la Iglesia Católica. No ha sido sólo Kant quien quiso delimitar la religión «dentro de los límites de la pura ra­ zón», sino todos cuantos comprendiendo que la religión tenía algo de natural para el hombre, han orientado sus tanteos a la consti

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