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10 JE S U S M . LECEA Un segundo factor, además del problema tridentino, incide en nuestro proyecto: la circunstancia ecuménica actual. Estamos ya muy lejos, cualitativa si no cronológicamente, del clima polém ico entre católicos y protestantes que ha marcado trágicamente la eta­ pa histórica que siguió al cisma reformista del siglo xvi. En los úl­ timos años han sucedido bastantes cosas notables en el campo que antaño se llamaba «teología de controversia». Se han dado ya pasos importantes desde el punto de vista teológico en lo que respecta a la doctrina sobre la justificación por la fe. Es un convencim iento bastante común en ambas partes que la doctrina teológica sobre la justificación no puede ser hoy causa de división eclesial. Diver­ sos intentos de llegar a un acuerdo mutuo en este campo de la fe cristiana se han llevado ya a cabo y, a pesar de las reservas que puedan hacerse o de lo discutible de los métodos, los efectos con­ seguidos no pueden ser calificados más que positivamente 16. «En este punto — ha escrito K. Rahner— (católicos y protestantes) te­ nemos más bien la tarea común de repensar este ’’artícu lo” de la fe cristiana de tal m odo que se le pueda predicar al hombre pro­ fano de hoy con garantías de credibilidad. Tengo la esperanza de que la doctrina de la justificación actualmente no debe separar­ nos» l7. Lo que ahora urge — y ahí está el reto a la teología— es un trabajo constructivo que conduzca a una confesión común, donde los cristianos demos testimonio inteligible y eficaz de que todo hombre es llamado a ser salvado por la gracia de Cristo, y de que por ser gracia debe realizarse mediante la fe. Profundizar en las fuentes del pensamiento teológico y en un teólogo tan significativo com o Tomás de Aquino queda suficiente­ mente justificado por el deseo de reincorporarnos a esa corriente vital, fecunda en tantos frutos de doctrina y que es patrimonio indiscutible de toda la Iglesia. 16. El más importante a mi m odo de ver ha sido la obra de H. K ueng , Recht- fertigung, Einsiedeln 1957, donde un prestigioso teólogo protestante com o K. Barth llega a afirmar: «si lo que expone usted en la segunda parte com o doctrina de la Iglesia católico romana es en verdad su doctrina, entonces debo confesar que mi doctrina de la justificación coincide con ella». La acogida positiva del libro entre los teólogos católicos, a pesar de los reparos que no faltaron, responde afirmati­ vamente a la condición exigida por Barth: se trata de doctrina católica. Con ésta y otras investigaciones teológicas del género se ha cam inado considerablemente en la mutua comprensión teológica. 17. La gracia como libertad, trad. J. Medina-Dávila, Barcelona 1972, 200. B .— El clima ecuménico del momento actual.

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