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ello la unidad en lo fundamental. La «una fides» no está reñida con una expresión múltiple que refleje la variedad de aspectos que ofre­ ce el misterio inabarcable de la Palabra de Dios. Por encima de la expresión humana está la adhesión personal a Aquél que vino a re­ conciliar todas las cosas. En el momento presente ambas partes deberían reconocerse sobre todo unánimes en la confesión de Cris­ to salvador porque es esta fe la que nos salva. La búsqueda de un acuerdo hasta la expresión teológica debería estar promovida por ese primordial deseo de la unión en la fe de Cristo, porque es — com o dice Sto. Tomás— «qua mors Christi nobis applicatur... quia virtus sanguinis Christi operatur per fidem hom inis» 12°. LA F E , CAU SA FO RM A L DE LA J U S T IF IC A C IO N ... 39 CONCLUSIONES La teología contemporánea prefiere enfocar la explicación teo­ lógica de la justificación por la fe desde un punto de vista dinámi­ co y personalista. Actualmente toda reflexión sobre el comporta­ miento humano y sobre los acontecimientos, también divinos, que lo estimulan o condicionan parte necesariamente de una base an­ tropológica donde la opción de libertad, el com prom iso responsa­ ble, las prerrogativas de la propia conciencia ocupan un puesto preponderante. La misma acción de la gracia divina no parece te­ ner sentido sin una mediación humana que sin pretender ser me­ dida de lo divino, asegura el m odo humano de una econom ía de la salvación. Por otra parte los estímulos que desde el lado protes­ tante y dentro del actual clima ecuménico alcanzan a la teología católica abogan por un reconocim iento más explícito si cabe de la obra exclusiva de Dios en la justificación del hombre, reafirmando por encima de cualquier mérito humano el valor insustituible de la gracia divina. En tercer lugar la prolongada crisis religiosa que está conmoviendo los cimientos de las sociedades cristianas, uno de cuyos aspectos es el fenómeno llamado de la secularización, pa­ rece estar pidiendo el nacimiento de una espiritualidad apoyada exclusivamente en la fe, porque los apoj'os humanos que ésta hasta ahora parecía tener, querámoslo o no, se han venido abajo. Refiriéndonos a este frente triple pensamos que la doctrina de Sto. Tomás sobre la fe adquiere una vez más importancia de ac­ tualidad. A m odo de conclusión queremos hacer constancia aquí de ello. 120. In R o m . 3, le ct. 3.

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