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36 JE S U S M . LECEA Se ha pod ido constatar a través de lo hasta ahora escrito cóm o Tomás de Aquino sitúa siempre la fe dentro de un marco salvífico. La fe viva, la fe que es asentimiento a la Verdad pero que al mis­ mo tiempo es acto de confianza y amor a aquel que puede salvar al hombre de su pecado es la única fe que nos constituye en gracia y justicia ante Dios. La fe para el Doctor Angélico, aunque no lo diga explícitamente, es la fe salvífica, la fe viva y formada por la caridad; ésta es también la que hemos interpretado com o causa formal de la justificación. Hablar de la fe en otro contexto y hacer transposiciones al caso de la justificación es desvirtuar la postura doctrinal adoptada por Sto. Tomás. 3) P un io s de vista parciales y visión de c on ju n to en lo s enunciados y a firm a cion es teológ ica s so b r e la causalidad de la fe : ¿a cu erd o o d esa cu erd o ? Llegados a este punto nos preguntamos volviendo a la cuestión histórica planteada al principio: ¿el Concilio de Trento llegó a en­ tender esta doctrina com o consecuencia lógica del pensamiento teológico de Tomás de Aquino? Y dejando abierta esta primera pregunta, ¿e l Concilio, se pronunció en contra de ella? En torno a la primera pregunta ya se d ijo al principio que no se puede hablar de un «acuerdo conciliar» sobre la interpretación de la doctrina de Sto. Tomás en lo referente a la causalidad de la fe en la justificación. Ahora interesa más responder a la segunda. La definición conciliar no puede tomarse com o una negativa a incluir la fe dentro del género de la causalidad formal. Es cierto que el Decreto «de iutificatione» sólo incluye com o única causa formal de la justificación a la gracia santificante (DS 1529), no ci­ tando la fe ni de manera tangencial. ¿C óm o compaginar esta pos­ tura con la doctrina que hemos mantenido com o más de acuerdo con la teología de Tomás de Aquino y en general con la tradición bíblica y teológica? En primer lugar hay que tener presente que el Concilio n o res­ pond ió directamente a la cuestión planteada por el problema teo­ lógico de la causalidad de la fe a pesar de ser uno de los puntos presentados com o preferente. El silencio conciliar hay que inter­ pretarlo com o un prudente no querer pronunciarse sobre un punto dicitur principium vivendi. Et hoc est quod hic dicitur iustus meus ex fide vivit. Et intelligendum est de fide per dilectionem operante» (in Gal. 3, lect. 4, n. 142. Cf. II-II, 7, 2c; in Rom. 3, lect. 3, n. 302; in Heb. 10, lect. 4, n. 548).

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