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32 JE S U S M . LECEA nido por sus cimientos ,0°. No existe auténtica virtud — dice Sto. Tomás— allí donde no hay verdadera fe 101. El acabamiento y la co hesión del edificio espiritual es obra de la caridad, pero en la base está la fe. El ob je to de la fe es Dios, Verdad primera y su obra salvadora en Jesucristo 102; el mismo Dios, considerado com o Bon dad suprema, es el fin de la fe. La fe, pues, está orientada hacia un fin que es al m ismo tiempo su ob je to ; la fe es ya el primer paso real del hombre hacia su fin sobrenatural, ob je to principal de la fe. Por ser virtud conocedora del fin, la fe se convierte en tenden cia dinámica hacia el mismo, en el primer «movens» hacia la sal vación divina 10\ Ser virtud primera significa esto: que es la que en primer lugar impulsa la voluntad humana al amor a Dios y a los hombres. Por ello es «form a» de la justicia sobrenatural que brota en el hombre por iniciativa divina pero ba jo los imperativos del amor a Dios 104. La fe, que en una de sus vertientes fundamentales es un «credere in Deum», se resuelve en fuerza de su prop io dinamis mo en justicia divina para el hombre. La fe, sin embargo, no es obra del hombre para el hombre, sino expresión humana de la ac ción justificadora de Dios. Por esto m ismo la fe es ya en esta tierra com o el com ienzo (in- choativum) de la vida eterna o futura. Existe una línea de conti nuidad entre una y otra. Para Sto. Tomás la esencia de la bienaven turanza eterna se centra en un acto perfecto de conocim iento: la visión de Dios l0S. El goce es com o la consecuencia deleitable del ver a Dios «cara a cara». Por la fe el hombre comienza a reconocer a 100. Ver., 14 2 ad 2. 101. I-II, 63, 2 ad 1; II-II,4, 7cin fine; 151, 1 ad 3; IV Sent., 39, 2 ad 3, lect. 3; in Rom. 14 in fine. 102. M I, 67, 3 ad 1; II-II,1, 1;2, 3c; 4, le; 4, 2 ad 3; 4, 6c;5, 1.3.4. incorp.; 7, 1 ad3. Cf. III Sent., 23, 2, le; ib., a. 3, q. 2c; ib., a. 4, q. 2c et ad 1; ib., 24, 1, 1; Ver., 14, 7 ad 7; 14, 8; 18, 3c. 103. «D icitur autem iustitia Dei esse per fidem Jesu Christi... quia in ipsa ius- tificatione qua iustificamur a Deo, primus motus mentis in Deum est per fidem : accedentem enim ad Deum oportet credere» (in Rom. 3, lect. 3. Cf. I-II, 113, 4c; in Rom., 4, lect. 1; II Sent., 26, 4 ad 4; 27, 4 ad 1; III Sent., 30, 5 ad 2; IV Sent., 14, 2, 4 ad 3; 17, 1, 3, 3c). 104. Cf. II-II, 23, 8c. 105. «Essentia enim beatitudinis nihil aliud est, quam visio Dei...» (in Heb., 11, lect. 1, n. 557); «et ideo Dominus dicit, quod in visione consistit vita aeterna, scilicet principaliter secundum totam suam substantiam. Am or autem est movens ad hanc et quoddam eius complementum : nam ex delectatione quae est in fruitio- ne divina, quam facit caritas, est complementum et decor beatitudinis: sed eius substantia in visione consistit» (in Jo. 17, lect. 1, n. 2186). «Inter opera autem vitae altius est opus intelligentiae, quod est intelligere; et ideo operatio intellec- tus máxime est vita... Cum ergo intelligentia sit vita et intelligere sit vivere, se- quitur quod intelligere rem aeternam sit vivere vita aeterna. Deus autem est res aeterna, intelligere ergo et videre Deum est vita aeterna» (ib.).
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