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LA F E , C AU S A FO RM A L DE LA J U S T IF IC A C IO N . 27 El influjo de la caridad comienza con el inicio mismo de la vida sobrenatural en el h om b re76 porque según el Angélico no basta en el instante de la justificación la presencia habitual de la virtud sino que se requiere también la realización de un acto perfecto de am o r 77. En este acto de amor, elemento necesario en la estructura tomista de la justificación del pecador, se encuentra todo lo ver­ dadero que la teología luterana ha defendido en el concepto teo­ lógico de la fe fiducial. Pero Sto. Tomás opta también en este caso por una visión más integral del dinamismo humano en su camino hacia la justicia de Dios: siempre que la caridad actúa y sobre todo en el momento de la justificación exige com o requisito nece­ sario la orientación y guía cognoscitiva de la fe. La fe desarrolla así una función rectora, integrándose al m ismo tiempo en el movi­ miento de amor que conduce el hombre hasta Dios; la fe muestra a la voluntad humana el ob jeto de su amor, Dios salvador y mise­ ricord ioso que justifica al pecador arrepen tido78. Para nuestro au­ tor la integración de la fe en el «motus caritatis» es tan íntima y profunda que prefiere incluso llamar «motus fidei» al acto de amor perfecto en el que el hombre queda justificado por la gra­ cia divina 79. Al ser la fe guía de la caridad en el momento de la justifica­ ción, es también de alguna manera su «form a» por tener que ver con el fin hacia el cual la caridad mueve eficazmente el espíritu del hombre justificado. Es bien cierto que un acto com o la justi­ ficación es únicamente realizable en un clima de amor recíproco entie Dios y el hombre; pero este amor sin la fe no tiene sentido, por ello Sto. Tomás no concibe un amor auténtico al margen de una fe verdadera. «Motus fidei» y «motus caritatis», al ser expre­ siones de una misma realidad pueden cer intercambiables com o expresión teológica principalmente si nos fijamos en la insepa­ rabilidad de ambos en el momento de la justificación . Si el segun­ do para Sto. Tomás es la firma misma de la justificación, desde un punto de vista dinámico, no existe inconveniente alguno en afirmar lo mismo respecto al primero. Pero hay más: la fe ostenta cierta prioridad natural respecto a la caridad por ser formalmente — según Sto. Tomás— un acto del entendimiento; lo cognoscitivo es lo primero en toda acción y la 76. Cf. II Sent. 26, 4 ad 5; III Sent. 27, 2, 4, 3 ad 2; Ver., 27, 2 ad 6. 77. II Sent., 40, 1, 5 ad 6. Cf. De carit., q, única, a. 11 ad 2. 78. Ver., 14, 2 ad 3; III Sent., 23, 2, 5c et ad 3. «Actus virtutum omnium de­ pende! ab actu fidei, quae intentionem dirigit» (III Sent., 25, 2, 1, sol. le). 79. M I, 113, 4.

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