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26 JE S U S M . LECEA drá hablarse de justificación completa cuando el sujeto, una vez consciente, ratifique con un acto de su libertad lo que habitudi- nalmente (habitualiter) se había operado en é l 73. Aun en situacio­ nes excepcionales com o ésta, y desde una plataforma antropoló­ gica, el principio o constitutivo formal de la justificación es un acto de fe viva. Este acto es el complemento necesario del hábito infuso, parte de la justicia sobrenatural, y elemento especificativo de ese momento donde el hombre queda definitivamente reconcilia­ do con Dios. El hombre es justificado por gracia divina y, por ello, se justifica mediante la fe. En terminología tomista podría tradu­ cirse así: el hombre es justificado por la infusión de la gracia di­ vina en su alma al suscitar en él un acto de fe perfecta. Por este motivo la fe debe ser considerada com o la primera y más impor­ tante parte de la nueva existencia humana que brota de la justicia sobrenatural. 2) La fe , virtud cogn oscitiva , e s orien tación y guía hacia D ios. En el momento de la justificación el amor es la virtud que uni­ fica dinámicamente todas las demás virtudes orientándolas eficaz­ mente hacia Dios, fin último sobrenatural. La caridad es así — se­ gún Sto. Tomás— «madre» y «form a» de todas las virtudes y, en general, de toda la vida sobrenatural74. En la clasificación tomista de las virtudes tomando com o referencia las potencias del hom ­ bre no corresponde a la fe propiamente hablando el ser la «form a» de las virtudes; esta función corresponde a la caridad. La fe sien­ do una virtud cognoscitiva muestra el fin hacia el que hay que ten­ der, pero no mueve eficazmente las demás virtudes hacia la rea­ lización del mismo; sólo el amor mueve eficazmente todo el dina­ mismo humano hacia Dios. A pesar de esta dificultad, impuesta por la sistematización com o tributo, Sto. Tomás reconoce una co­ nexión íntima y profunda entre las dos virtudes, una especie de patrimonio común 75. Si nos fijamos en ello, encontramos una ra­ zón más para atribuir a la fe una causalidad formal. 73. El caso de los niños noes propiamente un temateológico, sino más bien algo derivado. Siempre que se habla de justificación en laSagrada Escritura se refiere a la justificación del hombre adulto. 74. Cf. II-II, 23, 2 y 8; II Sent., 26, 4 ad 5; III Sent. 23, 3, 1, 1; 27, 2, 4, 3; Ver., 14, 5; De malo, q. 8 , a. 2; De virt., q. 2, a. 3. 75. II-II, 4, 3; Ver., 14, 5. Cf. II-II, 23, 8; III Sent., 23, 3, 1, 1; De virt., q. 2, a. 3.

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