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LA F E , C AU S A FO RM A L DE LA J U S T IF IC A C IO N . 25 integrante («pars prima» o principal) de la nueva justicia reci­ bida 69. El hábito infuso de la fe, lo mismo que los de las demás virtu­ des, acompaña siempre a la gracia divina de la justificación, ma­ nifestándose esta última por vez primera en el acto de fe que de aquél procede. El hábito infuso de la fe es realmente para Sto. T o ­ más una gracia «preven ien te»70. Partiendo de él y del acto de fe viva que es su primer efecto entendemos por qué la fe es parte in­ tegrante de la justicia sobrenatural y por qué la fe participa, jun ­ tamente con la gracia habitual, del género de causalidad formal que Sto. Tomás atribuye a esta última. La fe no es algo previo o ex­ terior a la justicia sobrenatural sino parte o elemento de ella y por esta rázón actúa sobre el espíritu del hombre «ad modum causae formalis», juntamente con la gracia y la caridad. A la misma conclusión se llega si en vez de considerar la fe jus­ tificante desde el punto de vista del hábito infuso se considera desde el punto de vista del a c t o 71 que sintetiza la cooperación ne­ cesaria de la libertad humana en su propia justificación y es com o el «consentim iento» a la gracia en el mismo instante de la justifi­ cación. El acto, en filosofía tomista, no es más que la prolongación perfectiva de la potencia operativa y de su hábito, es decir, el acto no es más que el complemento necesario al que tienden espontánea­ mente potencia y h á b ito 72. Hábito y acto correspondiente consti­ tuyen una unidad dinámica. En la justificación del hombre peca­ dor la nueva vida sobrenatural llega a ser una realidad estable en el hombre cuando éste, guiado interiormente por la acción divina, acepta consciente y responsablemente la salvación de Dios, con ­ virtiéndose a él mediante la fe y penitencia perfectas. En el caso excepcional de una justificación en estado de inconsciencia pasa­ jera donde un acto responsable resulta imposible, solamente po­ 69. «In ¡psa iustificatione qua ¡ustificamur a Deo, primus motus mentís in Deum est per fidem ... unde et ipsa fides quasi prima pars iustitiae est nobis a Deo» (in Rom., 3 lect. 3. Cf. ib., 4 lect. 1; I-II, 113, 4c; II-II, 4, 7; 17, 7; 161. 5 ad 2; III, 49, 1 ad 5; II Sent., 26, 4 ad 4; 27, 4 ad 1; III Sent., 30, 5 ad 2; IV Sent., 14, 2, 4 ad 3; 17, 1, 3, 3c). 70. Cf. I II, 110, 3 ad 1; Ver., 27, 2 ad 2. 71. Sto. Tomás entiende siempre por fe viva la fe vivificada o «form ada» por la caridad: «fides a caritate formata». La fe que va más allá de su asenti­ miento intelectual a la verdad divina para llegar a ser un acto de amor personal y con fiado a Dios salvador. Las «obras» que deben acompañar a la fe serán ne­ cesarias en cuanto sean manifestación de este amor, porque el amor cristiano es acción y creación. 72. «Finis potentiae actus est. Unde potentia dicitur esse perfecta, secundum quod determinatur ad suum actum» (I-II, 55, le). «Operationes sunt quaedam com - pletiones habituum» (Ver., 28, 3 ad 20).

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