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24 J E S U S M . LECEA una visión de con jun to donde se integren aspectos y explicaciones diversos de la fe una a la que hemos sido llamados. La teología postridentina, por razones que aquí no analizamos, creó una teo­ logía de contrastes, centrada en aspectos aislados, configurada po­ lémicamente hasta en los más pequeños detalles; lo no «marcado» parecía estar fuera de lo ortodoxo por el simple hecho de no estar marcado. Nos damos cuenta, sin embargo, que aquella teología c o ­ rría el riesgo de la parcialidad y en consecuencia del aislamiento. A la hora del diálogo se ha constatado también que a una respues­ ta parcial responde otra igualmente parcial. Las limitaciones que esto impone y una mirada desapasionada a la historia del pasado demuestran que la explicación de un dato importante de la fe no puede quedar reducido a un solo aspecto, sino que debe caber la posibilidad de otras explicaciones, válidas todas aunque distintas, por el hecho de que la verdad, y más si ésta es divina, no puede ser abarcada en su totalidad por una formulación humana. La vi­ sión teológica de Tomás de Aquino se acerca mucho a esto que de­ cimos y concretamente su m odo de tratar y exponer la problemá­ tica de la causalidad de la fe ofrecen un ejemp lo concreto de ello: nos encontramos ante una doctrina más amplia y rica en matices que la que adoptó siglos más tarde la teología postridentina. Cerrado el paréntesis abierto, pasamos a la exposición de los argumentos a favor de la tesis defendida. El valor probativo de cada uno es desigual, sobre todo si se consideran aisladamente; la fuerza argumental está principalmente en su conjunto. A cuatro especialmente se reducen las razones aducidas. i) La fe, « prim a pa rs» de la justicia conced ida p o r D io s al h om b r e . El «motus liberi arbitrii» del instante de la justificación es un acto de fe perfecta, formado por la caridad: esta fe, com o ya he­ mos afirmado anteriormente, es la única fe justifican te6S. Según el m odo de pensar del Angélico este acto procede eficientemente del hábito infuso de la fe que es dado por Dios al hombre junta­ mente con la gracia habitual. Constituye el primer movimiento del hombre hacia Dios, dado que la justificación la enfoca desde un punto de vista formal o «tipo» y, tomada así, la justificación es «ins­ tantánea»; por la misma razón la fe de la justificación es parte 68 . «Fides ex qua est iustitia, non est fides inform is, de qua dicitur Jac., 2, 26: ’’fides sine operibus mortua est” ; sed est fides per caritatem formata» (in Rom., 3, lect. 3. Cf. II-II, 7, 2 ad 2; III, 49, 1 ad 5; ib., 5 ad 1; 52, 6 c; 68 , 4 ad 3).

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