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18 JE S U S M . LECEA ción , especie. En los seres compuestos el concepto de forma es siempre correlativo al con cep to de materia: materia y forma cons­ tituyen simultáneamente los principios del ser. La materia sin em­ bargo existe a causa de la forma 47. La forma no existe tampoco por sí misma en los seres corpóreos. La forma es cosa real, pero no es un ser. Propiamente hablando se podría decir que no existe; por ella algo es, pero la forma solamente es principio del ser. La forma, por consiguiente, es un principio intrínseco de existencia u operan- cia, sustancial o accidental, natural o sobrenatural. b ) Forma sustancial y forma accidental. La forma sustancial y accidental son siempre acto y se refieren a algo actual, es decir perfecto y acabado en un cierto orden. El sujeto de la forma sustancial es, sin embargo, solamente el ser en potencia; el de la forma accidental es el ser ya constituido en acto, por ello esta última existe a causa del sujeto y para el su je to 48. La forma sustancial va unida inmediatamente a la materia, com o por ejemp lo el alma humana a su cu e rp o 49, y no admite que otras formas sustanciales existan al m ismo tiempo con la misma mate­ ria w; la introducción de una forma nueva supone por tanto la ex­ clusión o destrucción de la anterior y lleva consigo la corrupción de todo el compuesto (generatio vel corruptio substantialis). La analogía que Sto. Tomás establece entre generación sustancial y justificación del pecador parte sobre todo de este último aspecto: el estado de gracia supone la destrucción del pecado humano, ya que la gracia es com o una existencia nueva para el hombre. La forma accidental, al corromperse, altera el sujeto pero no lo destruye. Formas accidentales, de carácter sobrenatural, del alma humana son la gracia y la caridad 51. La múltiple referencia a categorías filosóficas, algunas de las cuales son antagónicas cuando se refieren a un ob je to idéntico, es muestra evidente de flexibilidad y de cierta probabilidad compa­ rativa al ser referidas a temas teológicos. Los conceptos de mate­ ria y forma, aplicados al concepto teológico de la justificación del pecador, no tienen otra función en el proyecto científico del Angé­ 47. I, 47, 1 y 2 c; 65, 2c; 70, 3c; 76, 5c; 77, 6 c; 84, 4c; 85, 3 ad 4; 91, 3c; 96 5c- 105, 5c; M I, 2, 5c; ... 48. II Sent., 12, 1 et 4; De Pot., q. 4, a. 1; I, 66 , 1 et 2c; 76, 4c; 77, 6 c. 49. Q. de Anima, a. 9; II Sent., 1, 2, 4 ad 3; De spir. creat., a. 3; VIII Meta- phye., lect. 5; I, 76, 6 y 7. 50. De pot., q. 3, a. 9 ad 9; Comp. theol., c. 90 ss.; CG, II 58; I, 76 3 51. III Sent., 27, 2, 4, sol. 3 ad 2; I II, 111, 1 ad 1.

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