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304 BERN ARD INO G . DE ARM ELLADA valores, está reñida con la conciencia cristiana y es puesta incluso en tela de ju icio por el mismo avance de las ciencias. En el aná­ lisis marxista no tiene cabida la posibilidad del diálogo y del en­ cuentro fraterno y constructivo. En Medellín se encuentran en germen los grandes principios de una auténtica liberación cristiana en un continente donde la inmensa mayoría es cristiana. Se logra una aplicación de los prin­ cipios que rigen la relación Iglesia-mundo en una síntesis pro­ funda de fe. b ) Uno de los mayores méritos de la teología de la liberación está en el esfuerzo de hacer converger la fe y la vida, la ortodoxia y la praxis cristiana. La vida nos ofrece una realidad dura, peno­ sa, conflictiva, en la que el impacto de la miseria, de la injusticia interpela fuertemente al cristiano. El drama del subdesarrollo es captado más agudamente por quienes con honda compenetración quieren servir a su pueblo. Los contrastes, los desequilibrios, las frustraciones, la mutilación de la esperanza, tensionan los resortes del cristiano que, en sectores cualitativamente importantes, se lan­ zan a la búsqueda de respuestas adecuadas. Es quizá esta inten­ ción la que despierta, en general, mayor simpatía por este esfuerzo teológico. Las modalidades concretas de la teología de la liberación tienen rasgos comunes: Toman com o punto de partida la «teoría de la dependencia» (la explotación com o causa única de todo subde­ sarrollo); conceden gran importancia a la mediación política; y no ocultan una cierta reluctancia respecto del magisterio social de la Iglesia acusándola de «generalidad en sus princip ios», «difi­ cultad de aplicación» y «falta de capacidad movilizadora». Pronto se empezaron a insinuar distintas tendencias con la asunción de los primeros ecos de la «teología política», de la «teo­ logía de la revolución», y el influjo notable de algunos ideólogos europeos. La aceptación del análisis marxista, de la lucha de cla­ ses, y la opción por el socialismo se convirtieron en pilares funda­ mentales en varios autores. Mons. López Trujillo dio una síntesis de la teología política que en mi resumen presente se recoge muy fragmentariamente: La teología política se define com o correctivo de la «privatización» (es decir, del confinamiento del pensamiento teológico en una ética de lo individual) por medio de la apertura a lo social. La preocupa­ ción «política» no equivale, en esta perspectiva, a la «politización», aunque viene espontánea la reflexión sobre la neutralidad política de la Iglesia. Al respecto sostiene Metz: «Insinuar que la Iglesia

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