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UN BALAN CE PO S C O N C II.IA R 303 «L a teología de la liberación : a sp e c to s esencia les, rasgos com u n es, variantes, e tc .», «E sta d o actual del diálogo so b r e las teología s de la liberación en Am érica La tina») toca al vivo uno de los aspectos más apasionantes y apasionados de la teología posconciliar. a) Pero la «pasión» de Medellín es apasionamiento sin violen­ cias lacerantes. Medellín fue un h ech o de Iglesia : expresión de la conciencia pastoral de todo el pueblo de Dios en América Latina, asumida y reflejada en sus pastores. Sin renegar del pasado y sin pactar con sus yerros, sin artificiales com p lejos de culpabilidad y frustración, pero sin ocultar piadosamente sus límites y eventua­ les desenfoques, Medellín se ha preocupado por establecer la fo r­ ma de presencia de la Iglesia cimentándola en opciones pastorales enmarcadas en una tensión de renovación teológica y pastoral que llegue hasta las estructuras mismas de la comunidad eclesial. La opción por la liberación integral entraña com o punto de partida la superación de todas las servidumbres en las distintas dimen­ siones de la existencia, y com o aspiración, la plena asimilación a Cristo. La Iglesia aporta su experiencia de humanidad, su pasión por el hombre «imagen de Dios», su visión del hombre y de la historia desde la fe: «No tenemos soluciones técnicas ni remedios infa­ libles... Contamos con elementos y criterios profundamente huma­ nos y esencialmente cristianos: un sentido innato de la dignidad de todos, una inclinación a la fraternidad... un sabio sentido de la vida y de la muerte, una certeza en un Padre común y en el destino trascendente de todos» (Mensaje a los Pueblos). La libe­ ración se ubica en el proceso «injusticia-pecado», com o situación, y «conversión-reconciliación», com o meta. La conversión profunda es encuentro con Dios y con los hermanos y urge el comprom iso de lucha por la justicia y reformas estructuralmente audaces (la permanencia de las injusticias en su nivel estructural puede ser síntoma de una conversión superficial o inexistente). Se enfoca una reconciliación leal y sincera, exigente, que se proyecte a todos los ámbitos de la vida social. En tal sentido, no puede interpretarse la llamada a la reconciliación com o un instrumento «ideologizante», es decir, com o algo que cubre y des­ figura la realidad y adormece la conciencia de cambio. Se opone a una forma de lucha de clases, propia del análisis marxista, que parte de la lectura de la historia y de la sociedad com o dialéctica antagónica de un biclasismo radical, en la que sería necesario asumir y fomentar el conflicto hasta llevarlo a sus últimas conse­ cuencias. Naturalmente esta modalidad, aunque contiene algunos

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