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EI. METODO GN O SEO LOG ICO DE Z U B IR I. 2 8 9 expuesto según la obra de plena madurez S o b r e la esencia. Pero ya se halla preanunciado en sus meditaciones anteriores. En Natura­ leza, H istoria , D ios, a propósito de las condiciones que presupone la verdad lógica de adecuación, escribe Zubiri: «En primer lugar... las cosas han de estar presentes al hombre. Dejemos a un lado toda complicación ulterior. Cualesquiera sean los medios y vías por los que el hombre pueda tener presentes las cosas, éstas han de estarlo ante aquél. De lo contrario sería absolutamente imposible ni co ­ menzar a entender. Podríamos, tal vez, pensar, pero estos pensa­ mientos puros no serían por sí solos ni verdaderos ni falsos. A esta patencia de las cosas puede darse radicalmente el nombre de ver­ dad» ». Creemos hallarnos aquí en este pasaje ante lo que más tarde llamará verdad real. A continuación, en la página siguiente, se nos incita a acercarnos a esa verdad real , que son las cosas, para que éstas se nos manifiesten cada vez mejor. «Este m odo o camino de acercarnos a ellas, comenta Zubiri, es lo que desde antiguo se ha llamado m é th o d o s, método. Método no es sino el camino que nos lleva a las cosas, no es un simple reglamento intelectual. He aquí la primera condición de la verdad: a ten erse a las co sa s m ism a s » 59. Pensamos que esta fórmula condensa el gran método zubiriano del conocer. En su enunciación es parecido al método fenomenoló- gico. Juzgamos, con todo, que el lector ha percibido cóm o la con ­ ciencia fenomenológica ha quedado muy superada en este acerca­ miento a las cosas, límpido y transparente que propone Zubiri. Con frase aguda, pero al mismo tiempo atrevida, sentencia sobre este gran tema: «La ciencia no es una simple adición de verdades que el hombre p o see, sino el despliegue de una inteligencia poseída por la verdad» 60. Esta verdad que posee a la inteligencia es la verdad real. Ella nos da, no ya el acercamiento a las cosas, sino la total inm ersión en las mismas. El som orm u jo metafísico ha hundido su p ico en la límpida realidad de la que se halla empapado. Esta primera satu­ ración de realidad es el necesario punto de partida de nuestro co ­ nocer. También el único indudablemente válido. Fundamento, ade­ más, de toda futura validez gnoseológica. * * * 58. NHD, 13. 59. NHD, 15. 60. NHD, 22.

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