PS_NyG_1975v022n003p0265_0291

286 E N R IQU E R IV E R A DE VEN TO SA Mas, admitido esto sin posible réplica, Zubiri busca en otro sentido el fundamento de la verdad. Y lo halla en la cosa. Enton­ ces afirma que el fundamento de la verdad es aquello que hace que haya verdad en la inteligencia. De donde concluye: sin inteli­ gencia este fundamento no nos daría la verdad. Pero sin este fun­ damento no habría en la inteligencia lo que llamamos verdad. Es decir, que antes de la verdad lógica se da otra clase de verdad. ¿Qué clase de verdad es ésta? La filosofía clásica, que la escolástica medieval aclara y precisa, nos habla de que la verdad on tològ ica es algo previo a la verdad lógica. La verdad on tològ ica es la verdad de la cosa en cuanto en ella se encarna una idea, un logo s. Si dejamos a un lado el modo diferente de cóm o interpretan Platón, Aristóteles y los escolásti­ cos esta encarnación de la idea, del logos, todos sostienen la tesis de que en esta idea encarnada se halla la raíz de la inteligibilidad del ser. De por qué el ser es metafisicamente cognoscible. Se advierte que Zubiri ha meditado detenidamente sobre esta concepción clásica de la verdad ontològica. Pero ha pensado, con ­ tra esta tradición veneranda, que tal verdad on tològ ica no nos da el último y radical fundamento de la inteligibilidad de las cosas. «¿Qué es esta verdad?», se pregunta. Y responde: «En esta verdad de la cosa, la cosa no es lo que pudiéramos llamar su realidad sin más, esto es, la realidad inmediatamente aprehendida, sino que, se nos dice, es la realidad de lo que aprehendemos en cuanto res­ ponde al concepto de la cosa. La verdad de algo sería su concepto, o si se quiere, la conform idad con su concepto. Cuando la cosa res­ ponde a su concepto suele decirse que tiene verdad on to lò g ica » 49. Zubiri deja a trasmano en este razonamiento — nos imaginamos que en gracia a permanecer fiel a una m eta física intramundana — la verdad on tològica en cuanto vinculada a la verdad divina, según hicieron los pensadores medievales. En otra ocasión veremos si esto es un fallo de la metafísica zubiriana — com o alguien ha di­ cho— o un dejar el tema abierto a una reflexión u lte rio r50. Lo im­ portante en este momento para nuestro caso es que Zubiri subraya reiteradamente que la verdad on tològ ica implica un dualismo: el de la cosa y el concepto. De donde concluye que es necesario ahon­ dar más y dar con una verdad anterior, más básica y fundamental, raíz de todas las otras. A esta verdad la llama Zubiri verdad real. El diálogo con Zubiri llega aquí a su máxima tensión. Y suscita 49. SE, 34. 50. C om plétese esta observación con lo que in dicam os en la n o ta 41.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz