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284 EN R IQU E R IV E R A DE VEN TO SA friáticamente sobre ellas. Modestamente, esto es, con un esfuerzo de sumisión a ellas, por irracionales que nos parezcan; no es posible aprehender la esencia de nada por pura dialéctica conceptual... Frente al conceptismo de Hegel es menester subrayar enérgicamen­ te los fueros de lo real, sea o no adecuadamente concebible. Una cosa son, pues, los conceptos formales, otra la realidad» 42. Este diáfano razonamiento deja bien patente que si Zubiri com ­ parte con Hegel la confianza en la inteligencia contra las dudas, recelos y suspicacias del pensamiento crítico moderno, toma al instante una senda peculiar para acercarse a las cosas que le dis­ tancia para siempre de la cuesta empinada por la que sube Hegel con su pura manipulación de conceptos lógicos. Más al ras del sue­ lo, pero con un m é to d o que nos parece más iluminado, emprende Zubiri la conquista de la tierra prometida de lo real. Preciso es ya que nos detengamos a exponer en qué consiste la esencia del m é ­ tod o zubiriano. Tal vez por un rodeo podamos llegar a captar me­ jo r la esencia de este método. Este rodeo a que nos referimos es el concepto de verdad. ¿Q u é es v erd ad ? es el título de un pequeño ensayo de M. de Unamuno, «e l filó s o fo a su p e sa r », según le califica P. Garagorri43. Por este ensayo más bien merecería el calificativo de «o fu s ca d o ». Le ofusca su exasperado anhelo de ver triunfar la verdad moral, esa que se opone a toda clase de mentira. Contra Zeferino Gonzá­ lez que en su F ilosofía E lem en ta l dividía la verdad en metafísica, lógica y moral, Unamuno comenta: «Dejando ahora a fray Zeferi­ no, digamos que la verdadera verdad, la verdad radical es esta últi­ ma, la que llama moral. De ella arranca la otra, la lógica». Lo de­ más que se dice de la verdad, especialmente lo concerniente a la verdad metafísica es juzgado despectivamente por Unamuno com o bazofia intelectual que se propinaba en su tiempo a la juventud española 44. Y sin embargo, X . Zubiri, nuestro gran pensador de la hora, vasco-español com o don Miguel, amplía todavía más la división de la verdad. Y con esta división en la mano penetra en los más altos misterios de nuestro conocer. Además de las tres señaladas por la filosofía clásica, añade una cuarta a la que llama verdad real. La verdad moral, que es para Unamuno la desnuda veracidad hasta hacer de ella la verdad radical, la única consistente, viene a ser algo marginal en las reflexiones de Zubiri. Ya es significativo 42. SE, 58. 43. O. c., 19. 44. ¿ Q u é e s v e r d a d ? E n s a y o s , M a d rid 1945, I, 786.

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