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264 ANGEL RODENAS cual ha ob ligado al re d a c to r, p a ra no fa lta r a su c o s tum b re de no h a c e r s a lir a Je sú s de un lu g a r sin h a b e r in fo rm a d o p re v iam en te al le c to r de la e n tra d a de Je sú s en él, a a n te p o n e r el d a to escu eto de la e n tra d a p rev ia del M ae stro en Jericó . En cam b io , el re d a c to r de M ateo, qu e d ep end e se g u ram e n te de M arcos, ha cre ído conve­ n ien te su p rim ir esa ac la ra c ió n inicial, p o rq u e le ha p a rec id o inne­ c e sa ria y tal vez lite ra riam e n te poco e leg an te ni. E sto nos lleva, p o r fin, a la ú ltim a conc lu sión . El ep isod io del ciego B a rtim eo , en su fo rm a m ás p rim itiv a , que es en c o n ju n to s eg u ram en te la de M arcos, tuvo lu g a r p re c is am e n te a la salida de Je ric ó , dond e la s itú a Me. y con él Mt., y no a la entrada , dond e la pone Le. p o r m o tivo s red acc io n a le s ,2S. P a ra te rm in a r, creem o s qu e el p re s e n te tra b a jo con firm a la im ­ p o rta n c ia que tiene el e s tu d io lite ra rio y lingü ístico de un tex to b íb lico , de c a ra a la so lución de los p ro b lem a s exegético -teológ icos qu e e n c ie rra . En n u e s tro caso el an á lisis de las exp resion es m arca- nas de m ov im ien to local de Je sú s nos ha ay u d a d o indirectamente a d e s c u b rir la significación de un p a s a je , lleg ando a conc lu sion e s qu e no se d edu c ían a sim p le v is ta del tex to ; y directamente nos ha se rv ido p a ra e n te n d e r m e jo r el papel que d ich a s exp resion es desem ­ p eñ an en la e s tru c tu ra c ió n del evangélio de M arcos, y p o r ta n to nos in c ita a p ro s e g u ir inv e stig ando en e sta d irec ción ac e rc a de la com ­ po sición y e s tr u c tu r a de los evangelios. A n g e l R o d e n a s , S ch . P. Salamanca 127. Quizá se explique p or la misma razón que en la entrada de Jesús en Jeru- salén se lea extrañamente en 11. 1 etc 'IepooóXt)[ia etc Bi¡ 8 ^pafi¡ zat Bv¡0avtav. No per­ damos de vista que, a partir de este mom ento, Marcos va a situar a Jesús m o­ liéndose entre Jerusalén y Betania. Por eso le interesaba presentar antes estas dos ciudades. Proponem os por tanto la hipótesis de que en la fuente de Marcos no figuraba Bi¡9cmaen el prólogo de la entrada en Jerusalén, sino sólo etc 'hpooóXoiia xott etc BijfltpaY») zpoc xó "Opo; -i»v 'EXottwv. Marcos habría añadido BirjSavíow p or la razón antedicha. Mateo 21. 1 habría conservado de Me. ate 'JepoaoXup.ee y suprim ido v;a pero m odificando la frase siguiente, para darle una forma más adecuada: xott 7 ¡X 0 ov st’c Bt|0^oíYí¡.... Lucas 19. 19 om ite etc 'IepooóXujia porque ya ha nom brado la ciu­ dad en el versículo anterior; pero ha juzgado oportuno respetar Bi¡ 8 r/vtot, tal vez por su m ism o desconocim iento de la geografía de Palestina. En cuanto a Juan lleva el relato por otro cam ino. 128. Tal vez porque poseía la tradición sobre la historia de Zaqueo, que se situaba dentro de la ciudad. Otros autores ven en Lucas un procedim iento redac- cional. Jesús al «salir» de Jericó, o fuera ya de la ciudad, pronuncia la parábola de las minas (Le. 19. 11-27). Anteriormente, dentro de Jericó, tiene lugar el episodio de Zaqueo (Le. 19. 1-10). Y antes todavía de esta escena narra Lucas la curación del ciego. Esto obligaría, por un procedim iento redaccional tripartito, a localizar lite­ rariamente el relato del ciego al «acercarse» o a la entrada de Jericó. Cf. E. O s t y , L’Évangile selon saint Luc, París 1948 (La Sainte Bible de Jérusalem) 15-16.

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