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LA ENTRADA DE JESUS EN JERICO (MC. 10. 46) 2 5 3 4) Las acusaciones contra Jesús durante el proceso. Como último dato para confirmar nuestra tesis vamos a aducir el proceso de Jesús. Que éste haya sido condenado a muerte por motivos pretendidamente políticos es algo que no puede negarse l07. Jesús ha sufrido el suplicio de la crucifixión porque los romanos pensaban que había aceptado el título de rey-mesías que le había atribuido el entusiasmo popular. Problema distinto, aunque natu­ ralmente en íntima relación con el proceder de Pilato, es la parte de culpa que corresponde a judíos y romanos en el proceso y con­ dena a muerte de Jesús l08. Según la postura que en este particular se adopte, será distinta la explicación que se dé y el valor histórico que se atribuya a los distintos episodios del ciclo de la pasión. Por poner un ejemplo, el pasaje de Barrabás no puede entenderse de igual manera en el caso de que hayan sido los judíos quienes han buscado la muerte de Jesús, y en el caso de que Pilato hubiera re­ currido al parangón con Barrabás como última fase de un proceso de presunta sedición contra la autoridad romana. Pero dejando a un lado otras cuestiones debemos poner de relieve el dato, común a los sinópticos y Juan, de que en el proceso civil de Jesús se adu­ ce varias veces su pretensión a la realeza mesiánica (Me. 15. 2. 9. 12. 18. 26. 32; Mt. 27. 11. 29. 37. 42; Le. 23. 3. 37. 38; Jn. 18. 36. 37. 39; 19. 3. 12. 14. 15. 19. 21). Estas repetidas alusiones a la realeza de Jesús no pueden ser pura invención de los evangelistas. Si con­ tra Jesús se presenta como único capítulo de acusación sus preten­ siones mesiánicas, esto quiere decir que se había corrido la fama de que a Jesús se le consideraba por algunos como rey. A la hora de pensar en qué ocasión pudo suceder esto, lo más normal es pensar en manifestaciones multitudinarias, en las que el entusiasmo se desborda de manera a veces indiscreta. Entre esos momentos de exaltación debemos contar el concurso de gente alrededor de Jesús con motivo de la multiplicación de los panes y la entrada en Jeru- 107. «Jesús fue condenado por Pilato com o rebelde político, com o zelote» (O . C u llm a n n , Jesús y los revolucionarios de su tiempo, Madrid 1971, 43). 108. Creemos que está en lo cierto Cullmann cuando afirma que «Pilato no tenía simplemente que ratificar una pena pronunciada por los judíos, sino que había de juzgar al m ismo Jesús». Pero ya es sin duda más discutible que «en Getsemaní es primeramente la cohorte romana la que arrestó a Jesús. Fue, pues, prisionero de los romanos. El interrogatorio ante el Sumo Sacerdote era más bien una consulta moral, deseada por Pilato a fin de estar seguro de no herir a las autoridades judías» (o. c., 45-46). Otros autores com o J. Blinzler opinan lo con ­ trario en cuanto al prendim iento: «De hecho es muy improbable la participación de militares romanos en el prendim iento de Jesús» (El proceso de Jesús , Barce­ lona 1959, 78). 5

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