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252 ANGEL RODENAS 3) Expulsión de los vendedores del templo (Me. 11. 15-17; Mt. 21. 12-13; Le. 19. 45-46; cf. Jn. 2. 13-22). Tampoco vamos a entrar aquí, porque no es necesario, en la problemática difícil de este pasaje. Es suficiente indicar que cree­ mos muy probable la historicidad substancial del episodio ,02. Pero es sin duda exagerado considerar, con R. Eisler 103 y S. G. F. Bran- don 104, el incidente en el templo una operación militar de enver­ gadura en la que hubo hasta derramamiento de sangre105. Para admitir esto, sería preciso atribuir a Jesús la actitud propia de un revolucionario político o de un «zelotas», lo cual no puede pro­ barse por los testimonios evangélicos. La acción de Jesús contra los mercaderes pudo sin embargo adquirir notoriedad desde el momento que el templo de Jerusalén exigía una administración complicada y disponía de un cuerpo im­ portante de policía, por lo que cualquier acontecimiento un poco ruidoso que se produjera dentro de su recinto debía extenderse rápidamente por toda la ciudad y aun la región, sobre todo si ha­ bía tenido lugar con ocasión de la afluencia masiva de peregrinos que se originaba con motivo de las grandes fiestas religiosas I06. Uno de los problemas que plantea el episodio del templo es el cronológico. ¿ En qué momento de la vida de Jesús pudo suceder? Como es sabido, los sinópticos lo sitúan en relación con la entrada de Jesús en Jerusalén, mientras que Juan nos lo ofrece al comien­ zo de la vida pública. Si es verdad que esta ubicación parece de­ masiado temprana, no es menos cierto que hay motivos para des­ confiar del esquematismo de los sinópticos, que se ven obligados a retrasar hasta el único viaje de Jesús a Jerusalén la expulsión de los mercaderes del templo. Nos inclinamos por una solución intermedia, que supondría al menos un lapso de tiempo entre los sucesos del templo y la entrada de Jesús en Jerusalén. En ese caso sería bastante probable que la fascinación ejercida sobre las masas y el entusiasmo por Jesús que éstas manifiestan estuvieran moti­ vados en buena parte por el eco de la intervención de Jesús en el templo. 102. Contra la opinión de bastantes críticos, com o M. G o g u e i., Jésus, 2.a ed., Paris 1950, 327-328. 103. i n s o l é HAXIAKl'I or BAH AE l'lA i:, Heidelberg 1928-1930, vol. II, 515. 104. Jesús and the Zealols , Manchester 1967, 331 ss. 105. «El que conozca el mundo y la gente, Jerusalén, Galilea y Roma... debe saber... que, si no el ataque a los cambistas, sí desde luego el ataque a los trafican­ tes de ganado hubo de costar vidas humanas. En todo el mundo no hay un solo pastor de bueyes que deje que expulsen su rebaño del mercado sin sacar el cuchi­ llo y atacar a sus contrarios (S. G. F. B r a x d o n , o. c., 515). 106. E. T ro cm é , o. c., 153-154.

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