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LA ENTRADA DE JESUS EN JERICO (MC. 10. 46) 249 El primer elemento que nos interesa destacar es la turba que se reunió con Jesús en esta ocasión (cf. Me. 6. 34. 44; Mt. 14. 14. 21; Le. 9. 11. 17; Jn. 6. 2. 5. 9. 10). Otro dato interesante es el lugar del encuentro: el desierto (Me. 6. 31. 32. 35; Mt. 14. 13. 15; Le. 9. 12). Está claro que los evangelistas no ofrecen este dato para dar más relieve al milagro de Jesús, puesto que en definitiva éste consistió en dar de comer a una multitud hambrienta con las esca sas provisiones que llevaba alguno de los presentes. En todo caso el estar en el desierto (¿v t-^( so^m) sirvió de ocasión para que Je sús manifestase una vez más su misericordia, pero él podía haber realizado el milagro aun en el caso de encontrarse con la turba en un lugar donde fuera fácil encontrar provisiones. Por otra parte es claro que para Marcos y Mateo el desierto no se identifica aquí con un lugar carente por completo de vegetación 95, puesto que ha bía en él «hierba verde» (Me. 6. 39; cf. Mt. 14. 1 8 ) Se trata sen cillamente de un lugar retirado, lejos de los núcleos de población. El tercer dato importante es el desenlace del episodio. Según Marcos Jesús manda a sus discípulos que suban a la barca y pasen a la otra orilla, mientras él despide a la multitud; hecho lo cual se retira al monte a orar. El texto de Mateo (14. 22s) no ofrece di ferencias apreciables. En cambio Juan ha recogido un dato intere sante (6. 14s), que puede explicar las prisas por huir de aquel lu gar. La gente, admirada por el milagro, habría aclamado a Jesús como «el profeta que iba a venir al mundo», e intentado procla marlo rey. Jesús sólo pudo evitarlo huyendo él solo al monte. Por último debemos mencionar la frase de Me. 6. 34b (cf. Mt. 9. 3b), «se conmovió por ellos porque estaban como ovejas que no tienen pastor». Se trata de una cita del A.T., que nos remite a Num. 27. 17 (cf. 1 Rey. 22. 17 y Ez 34. 5 ) 97. En el caso de Num. se refiere a la elección de Josué como jefe de la comunidad israelita. El texto de 1 Rey. se halla en la profecía de Miqueas ben Yimlá, que pre dica la derrota de Israel a manos del rey de Aram, porque carece de un verdadero pastor, es decir, de un auténtico rey y caudillo. En cuanto a Ez. 34 se trata de un oráculo sobre los malos pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos, lo que ha ocasionado la dispersión de las ovejas «por falta de pastor» (v. 5). A la luz, por 95. A propósito de la expresión «a un lugar desierto» observa Taylor (o, c., 183): «The ep 7 ¡¡j.ov tóxov is not the desert, for the district around Capernaum was cultivated at the time, but a lonely and retired spot». 96. Juan no habla de «desierto», a la vez que acentúa la abundancia de «hier ba» en aquel lugar ( 6 . 10). Por lo demás creem os innecesario discutir las distintas opiniones en torno a la naturaleza de esta hierba ; cf. V . T a y lo r , o. c ., 323. 97. Pueden verse también alusiones en Zac. 10. 2 e Is. 56. 9-12.
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